Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

F. gARCíA gODOy | ANtOLOgíA
por algunos nombres de significación extraordinaria dentro del ambiente nativo. 4 A
esa circunstancia se debe probablemente la falla principal de la obra que realizó como
crítico literario el autor de La hora que pasa: en vez de prestar a la cultura del país el
servicio inestimable, tal vez sólo al alcance de un hombre de su laboriosidad y de su
fervor nacionalista, de escribir la historia de las letras dominicanas, particularmente
de la posterior a la colonia, que fue la que él conoció más a fondo por haberla en gran
parte vivido, se dedicó a comentar obras exóticas de mérito muchas veces dudoso. El
tiempo que consagró al análisis de libros de tan poca cuenta como La orgía latina, de
Felicien Champsaur, y tan absurdos y execrables como La folie de Jesús, de binet-Sanglé,
pudo haberlo dedicado, con más provecho para sí y para la cultura dominicana, a una
labor más coherente sobre las letras nacionales.
Otras de las cosas que más contribuyen a disminuir el mérito de la actividad de Federico
garcía godoy como investigador literario, es la orientación puramente impresionista de
su crítica, reducida a exponer siempre en las obras ajenas los aspectos más superficiales.
Esta técnica, muy acomodada a la índole fantaseadora y a la condición benévola de garcía
godoy, sin duda más novelista que crítico, reduce casi todos los ensayos del autor de
Perfiles y relieves a simples divagaciones en torno a aquellos libros que leyó con más deleite
estético que espíritu de curiosidad científica. Pero sacar la crítica de su órbita propia, despojando
ese magisterio de cuanto tiene como labor no de impresionismo personal, sino
más bien de análisis, ofrece graves inconvenientes cuando no se es Anatole France, el más
grande acaso de los cultivadores de esa tendencia, explicable sólo como reacción contra el
magister dixit de brunetiere y de la harpe; y cuando no se dispone, como el autor de La
isla de los pingüinos, de la prodigiosa facultad de convertir la obra del comentarista en un
monumento de gracia y de estilo más digno muchas veces de estudio y de atención que
la propia obra analizada.
garcía godoy suprime las observaciones de detalle y hace abstracción de los tiquismiquis
gramaticales en que se ejercitaron de preferencia los críticos de la centuria pasada. hasta aquí
procedió como un intérprete digno de ese nombre, menos interesado en señalar erratas que en
descubrir rasgos de legítima belleza en la obra que se hace objeto de esa fervorosa operación
de cirugía literaria; pero por desgracia garcía godoy no supo ser un verdadero estilista sino
en la prosa de sus novelas, únicos libros donde su dicción se amplía y enriquece y donde la
forma exterior, tan variable como las escenas que el narrador describe, no se aferra como una
planta parásita a una misma modalidad expresiva. Es evidente, desde luego, que algunas
de sus páginas críticas, como las mejores de la obra de selección que publicó con el título
de Americanismo Literario, así como algunas otras que pueden con facilidad entresacarse de
La hora que pasa, tal vez el más hermoso de sus libros de ese género, alcanzan momentos de
gran altura y pueden vivir por sí solas gracias al sentido arquitectónico de sus cualidades
puramente exteriores. Lo general es, sin embargo, que la prosa de sus ensayos de crítica,
aunque siempre correcta, se desenvuelva con cierta simetría monótona, y adolezca no pocas
veces de cierta grandilocuencia afectada.
4 Los autores nacionales a quienes garcía godoy hizo el honor de incluir en sus libros, juntamente con escritores
de otros países de reconocida nombradía, fueron los siguientes: tulio M. Cestero, Fabio Fiallo, pedro henríquez Ureña
(incluidos en Páginas efímeras); Arístides garcía gómez, José Joaquín pérez, Enrique henríquez, Monseñor de Meriño
y Fabio Fiallo (en Perfiles y relieves); Arturo Freites Roque, Ricardo V. Sánchez Lustrino, gastón F. Deligne, Casimiro
N. de Moya y Eugenio Deschamps (en De aquí y de allá).
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