Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
y me tiene tu tas tas
rompido todo el testús.
Dizque en un decir Jesús
hace versos tu mollera,
y aunque tu numen tuviera
la erudición de guevara,
tanta gente no velara
si no fuera novelera.
El Coronel Juan bautista Alfonseca fue el compositor de música de carácter popular más
celebrado en la oscura época del cautiverio haitiano y en los primeros años de la República.
Fue el padre de la danza criolla, escribía Fernando Rueda en 1928, y agregaba:
Cuando la ocupación haitiana sólo se tocaban y bailaban la Cuadrilla, el Minuet, la polka, el Vals;
pero desde los primeros albores del año 1844, compuso el Coronel Alfonseca las primeras danzas
criollas, a las cuales dio el nombre de Merengues. Algunas de estas composiciones tuvieron una
gran popularidad. Rueda alude, entre otras, a las siguientes: Boca Canasta, La chupadera,
Blas Vallejo, El que no tiene mil pesos no baila, Mangulina.
Al Coronel Alfonseca, a quien ha de censurársele lo pésimo de la letra en que solía
inspirarse, mal de casi todos los músicos populares, le cuadran justamente las observaciones
del compositor Manuel M. ponce acerca del cubano Sindo garay, cuyo repertorio se
enriqueció tanto durante su estada en la República, en los tiempos de la guerra de Cuba.
ponce señalaba en el viejo rapsoda la anomalía de producir música primorosa inspirada
en mala letra, a veces, en jerga oscura, pedestre y vulgar, claro indicio de que en el pueblo
la música está por encima de la palabra: su verdadera forma expresiva no es el lenguaje
sino la melodía.
En las luchas contra Haití los músicos populares prestaron eficaz concurso. Así Gabino
Puello, con el pretexto de amenizar algunas fiestas, iba por el Sur, de pueblo en pueblo, con
su afamado clarinete, difundiendo por todas partes el ideal separatista. Así también Juan
de Mena Cordero y otros.
por todas partes abundan los músicos, a veces con caracteres de plaga que infestaba los
campos apartando del trabajo a jóvenes y viejos; que tan fácil acudían al toque de la corneta
revolucionaria como al lascivo son del balsié más lejano. De esos músicos bastará mencionar
algunos nombres de los más olvidados.
Una copla cibaeña de la segunda mitad del siglo pasado recuerda al músico Arango:
Muchachas bailemos
que Arango se va
con su clarinete
y no vuelve más.
En sus celebradas espinelas Juan Antonio Alix recuerda a no escasos músicos populares.
En décimas del 4 de octubre de 1873 dedicadas a las fiestas de bendición de la Iglesia de
Sabaneta, menciona a varios músicos de entonces:
El viejo gollo Aracena
el tiple siempre tocaba,
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