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EMILIO RODRígUEz DEMORIzI | MúSICA y bAILE EN SANtO DOMINgO
Suban cuarenta a las gabias,
cojan risos al juanete,
y aforren bien el trinquete
que naufragamos ¡por Dios!
pero todo en vano fue,
pues la borrasca arreciaba,
y el Merengue zozobraba
sin poderlo remediar.
El Capitán muy contrito
ordena a treinta remeros,
que salven los pasajeros
que el barco se iba a estrellar.
Apenas había acabado
de decirlo el Capitán,
cuando el furioso huracán
contra un peñasco le abrió.
Entonces los pasajeros,
ya pronto a ser sumergidos,
entre llanto y alaridos
se encomendaban a Dios.
pero todos perecieron,
y del grande cargamento,
sólo el compás ¡oh portento!
de bonetty se salvó.
y nosotros en un bote
por milagro nos salvamos,
y somos los que firmamos
la presente narración.
Antimenes, Celiar.
A lo que parece continuó merengueándose en Santo Domingo, como lo dice esta letrilla
de Antimenes –heredia– aparecida en El Oasis, del 25 de marzo:
LETRILLA
que siempre que merenguea
la consorte de Anacleto,
pierda el seso y sin respeto
se haga toda una jalea
semejante impertinente,
¡mal haya quien lo consiente!*
A estas festivas “majaderías” poético-musicales pueden agregarse Seño Patricio y Ma-
Juana, en boga en 1860, época en que todavía eran bien populares las Mangulinas y los Retozos
de Frailes. Una cancioncilla de 1851 los recuerda:
*Es evidente que continuó el merengue. En el artículo Costumbres, aparecido en El Dominicano, del 7 de julio de
1855, decía: “…frío como un banquete sin brindis, desabrido como un baile sin merengue…”.
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