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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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INtRODUCCIóN A LA SEgUNDA SECCIóN | Je s ú s D e la ro s a<br />

como fue por los que creyeron necesario llamar en su auxilio a España, interrumpió con la anexión<br />

el <strong>de</strong>sarrollo normal, y con la guerra provocó la mescolanza <strong>de</strong> los peores con los mejores elementos<br />

sociales, <strong>de</strong>terminando el prevalecimiento <strong>de</strong> los peores”.<br />

“Nunca se había escrito ni se ha escrito <strong>de</strong>spués una más clara, apasionada ni <strong>de</strong>sconcertante<br />

justificación <strong>de</strong> la influencia haitiana en Santo Domingo. En su sañuda <strong>de</strong>sobediencia a lo español, el<br />

señor Hostos nos prefería haitianizados. Prefería los caminos barbarizantes, primitivos y brutales <strong>de</strong><br />

la jungla africana, a los católicos caminos que nos <strong>de</strong>jó abiertos España para llegar a la <strong>de</strong>mocracia <strong>de</strong><br />

una sociedad bien evolucionada. La interpretación hostoniana <strong>de</strong> nuestro siglo XIX da todavía mucho<br />

margen a la digresión pero preferimos callar por respeto a la memoria <strong>de</strong>l Maestro”.<br />

“De ultra <strong>de</strong>mocráticas calificó él las costumbres que estableció la brutal dominación haitiana,<br />

para atribuirle a esas costumbres la existencia entre los dominicanos <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> secreto respecto<br />

<strong>de</strong> sí mismo que en todos impone, y a veces exige la consi<strong>de</strong>ración para todos. A Sánchez Ramírez<br />

no le perdonó el haber hecho la reincorporación a España. Las expresiones aquí transcritas fueron<br />

publicadas en Valparaíso en 1892 y reproducidas en Santo Domingo en El Eco <strong>de</strong> la Opinión en el<br />

mismo año. Ya Hostos había realizado su primera gran experiencia dominicana que terminó en 1888<br />

cuando se retiró a Chile por segunda vez. Regresó a nuestro país en 1900, a raíz <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Ulises<br />

Heureaux. Quien lea con cuidado los artículos <strong>de</strong> Valparaíso titulados quisqueya, su sociedad<br />

y alguno <strong>de</strong> sus hijos, si es dominicano, no <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> sentir el rubor <strong>de</strong> serlo. ¡Que triste i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

nosotros tenía el Maestro y cómo nos prodigaba su piedad!”.<br />

“Es innegable que los programas pedagógicos y educativos <strong>de</strong> la Escuela Normal constituyeron<br />

un serio ensayo cultural. Probablemente el más seriamente realizado hasta ahora en Santo Domingo.<br />

Pero es innegable también que todo aquello se levantó sobre una base <strong>de</strong>shumanizada y abstracta. Ni<br />

la ciencia ni la razón son en sí elementos vivos <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro i<strong>de</strong>al nacional. Eso <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> discutirse<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchos años. La Escuela Normal formó varias generaciones dominicanas, pero no creó un<br />

auténtico programa <strong>de</strong> recuperación colectiva. No enseñó a los dominicanos a gobernarse ni a conducirse<br />

con sentido corporativo”.<br />

“La prueba <strong>de</strong> ello es que adueñados <strong>de</strong> la dirección política <strong>de</strong>l país los mejores hombres <strong>de</strong> la<br />

Escuela <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1900, no pudieron resolver un solo <strong>de</strong> los problemas fundamentales <strong>de</strong> la nacionalidad.<br />

El mismo Maestro, que murió aquí en 1903, presenció las más <strong>de</strong>sgarradoras convulsiones sociales y<br />

políticas dándose cuenta que había arado en el mar <strong>de</strong> nuestras <strong>de</strong>ficiencias congénitas. La ocupación<br />

norteamericana <strong>de</strong>l 1916 enterró para siempre la obra <strong>de</strong>l señor Hostos, puesta a prueba en largos<br />

años <strong>de</strong> lucha con la realidad social y política <strong>de</strong> nuestro medio ambiente. En mi concepto las causas<br />

<strong>de</strong> la quiebra <strong>de</strong>ben buscarse en la falta <strong>de</strong> conjugación entre las doctrinas normalistas y la tradición<br />

española. Error craso e imperdonable fue el <strong>de</strong> ignorar las raíces hispánicas <strong>de</strong> la colectividad –por<br />

pura influencia <strong>de</strong> partido– para comenzar a edificar sobre la abstracción <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as positivistas que<br />

nada tuvieron que ver nunca con la expresión histórica <strong>de</strong>l pasado. El señor Hostos no enseñó Derecho<br />

Constitucional en Santo Domingo porque sus doctrinas constitucionales no eran <strong>de</strong> raíz dominicana;<br />

ni enseñó Moral Social porque la materia no podía enseñarse en Santo Domingo sino con sentido<br />

católico y no protestante. Cuando sus enseñanzas se pusieron en contacto con el mundo gobernante<br />

se resintieron <strong>de</strong> ina<strong>de</strong>cuación porque estaban a mil leguas <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong> nuestra historia social, <strong>de</strong><br />

nuestra conformación política”.<br />

“Derecho Constitucional e historia <strong>de</strong> nuestro proceso constitucional nos enseñó José Gabriel<br />

García en su inmortal Compendio <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> Santo Domingo, porque allí hizo por primera<br />

vez visible, en conjunto, la trayectoria <strong>de</strong> nuestra capacitación colectiva. Allí está completo<br />

el cuadro <strong>de</strong> una sociedad que vive y evoluciona durante siglos prendida en sus raíces económicas,<br />

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