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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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pEDRO hENRíqUEz UREñA | ANtOLOgíA<br />

El padrino <strong>de</strong> confirmación <strong>de</strong> Pedro era Emilio Prud'Homme, que entonces dirigía en<br />

Azua la escuela Perseverancia y había venido en esos días a la capital para asistir a la investidura<br />

<strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> discípulos suyos en la Escuela Normal. Al acto <strong>de</strong> la investidura llevó<br />

mi padre a Fran y a pedro. yo quedé en casa, inconforme.<br />

Otro hecho digno <strong>de</strong> mención ocurrió al año siguiente: pedro y yo fuimos, en compañía<br />

<strong>de</strong> nuestra madre, a puerto plata, don<strong>de</strong> permanecimos cerca <strong>de</strong> tres meses. Fue<br />

aquel nuestro primer viaje, y tal circunstancia es bastante para señalar la importancia que<br />

para nosotros tuvo ese acontecimiento. La distancia no era larga, pero el viaje se hacía<br />

entonces por la vía marítima, con lentitud que para nosotros era plausible. íbamos en un<br />

barco <strong>de</strong> la línea Cly<strong>de</strong>, si mal no recuerdo el Saginaw, e hicimos escala <strong>de</strong> un día en San<br />

pedro <strong>de</strong> Macorís y <strong>de</strong> tres días en Samaná, cuya espléndida bahía nos causó impresión<br />

imborrable.<br />

En puerto plata nos recibió y hospedó José Dubeau, fraternal amigo <strong>de</strong> mi padre, y padrino<br />

mío <strong>de</strong> confirmación. La esposa <strong>de</strong> Dubeau, Zenona, y su hermana Casimira, prodigaron<br />

atenciones solícitas a mi madre, cuyos quebrantos habían motivado este viaje <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso.<br />

Constantemente venía a verla, como médico y como amigo, el doctor Carlos Alberto zafra,<br />

que mi padre consi<strong>de</strong>raba como un familiar. Mi madre se repuso bastante y tuvo ánimo<br />

para escribir algunos versos, cosa que ya sólo hacía <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong>. Iba a celebrarse el<br />

cuarto centenario <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> América y mi padre le había pedido que escribiera<br />

algunas estrofas para el acto conmemorativo que en la capital iba a celebrar la sociedad <strong>de</strong><br />

Amigos <strong>de</strong>l País. Ella, que a esa sociedad <strong>de</strong>bía señalados y repetidos homenajes, se apresuró<br />

a escribir una composición poética intitulada ¡Tierra!, a la que mi padre tuvo el encargo <strong>de</strong><br />

dar lectura. pero en la propia ciudad <strong>de</strong> puerto plata existía otra sociedad cuyo nombre era<br />

el mismo <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las composiciones más celebradas que escribió mi madre en su juventud:<br />

La fe en el porvenir; y tampoco quiso ella negarse a complacer idéntica petición que esta<br />

institución le hiciera. Escribió unas estrofas con el título <strong>de</strong> Fe, y ella misma fue a leerlas en<br />

los salones <strong>de</strong> La fe en el porvenir el doce <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1892. A pedro y a mí nos llevaron al<br />

acto, aunque nos situaron a alguna distancia; pudimos, más que oírla, verla aparecer en el<br />

estrado, don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>stacaba su figura, vestida <strong>de</strong> negro, con la majestuosa sencillez que le<br />

imprimían su mirada serena y grave y su elevada estatura. Cuando ella terminó, una voz<br />

juvenil y estentórea se hizo oír, por encima <strong>de</strong>l unánime aplauso: “¡Viva la ilustre poetisa<br />

nacional!” La muchedumbre, entusiasmada, coreó el viva. ¿quién lo había iniciado? Mi<br />

madre lo preguntó y le dieron este nombre: Enrique Deschamps. Fue esa la última vez que<br />

mi madre apareció en público.<br />

Dos semanas <strong>de</strong>spués regresamos a la capital. Mi madre volvió a sus tareas habituales<br />

al frente <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> Señoritas, pero su estado <strong>de</strong> salud, por un lado, y las obligaciones<br />

profesionales <strong>de</strong> mi padre, por otro, hacían cada vez más difícil el plan, que tan grato era a<br />

ambos, <strong>de</strong> que no tuviéramos otra escuela que el propio hogar. La llegada <strong>de</strong> Prud'Homme,<br />

que por no ser grata su presencia en Azua al gobierno <strong>de</strong> Ulises heureaux se había visto<br />

obligado a trasladarse a Santo Domingo, don<strong>de</strong> fundó un nuevo plantel <strong>de</strong> enseñanza, el<br />

Liceo Dominicano, resolvió la cuestión: ir a la escuela <strong>de</strong> Prud'Homme, que tan i<strong>de</strong>ntificado<br />

estaba con nuestros mayores, era más o menos igual que seguir los estudios en nuestra<br />

propia casa. tenía yo poco menos <strong>de</strong> diez años y pedro sobrepasaba los once cuando, por<br />

vez primera, concurrimos a una escuela. Fran era el único <strong>de</strong> nosotros que había pasado por<br />

esa experiencia: había asistido en Francia a un aula <strong>de</strong> párvulos. Fran y pedro ingresaron<br />

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