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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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EUgENIO MARíA DE hOStOS | pÁgINAS DOMINICANAS<br />

y arreboles que encantan la vista y enternecen el ansioso corazón, por más que el encanto<br />

esté reducido a una ilusión <strong>de</strong> óptica y por más que la realidad esté ceñida a una refracción<br />

<strong>de</strong> moribunda luz sobre efluvios malsanos <strong>de</strong> la tierra, así en las horas tranquilas <strong>de</strong> meditación,<br />

todos los esfuerzos <strong>de</strong> la razón humana en su empeño <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir la causa <strong>de</strong> las<br />

causas, convergen por más divergentes que parezcan hacia el mismo foco <strong>de</strong> atracción; y si<br />

no logran darnos la luz que nos prometen, nos dan el consuelo <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar en nuestra alma<br />

el sentimiento <strong>de</strong> benevolencia que hemos menester para <strong>de</strong>scubrir propósitos <strong>de</strong> bien en<br />

los mismos errores que amontona el mal.<br />

Mas si la historia <strong>de</strong> la fe es un elemento <strong>de</strong> educación en cuanto es capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar<br />

sentimientos <strong>de</strong> justicia en nuestra alma ¿qué dogma positivo, qué organización <strong>de</strong> la fe, no<br />

habiendo ninguna que no sea exclusivista, <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> ser perturbadora?<br />

y si empezamos por perturbar la razón y la conciencia <strong>de</strong> nuestros hijos ¿qué fuerza<br />

tendrá esa arma, cuando la razón y la conciencia que han <strong>de</strong> emplearla son una conciencia<br />

perturbada y una razón convulsa?<br />

pero si así lo exige el rigor <strong>de</strong> las creencias, armemos con sus armas a nuestros hijos y<br />

precipitémoslos en el abismo <strong>de</strong> la vida.<br />

Ella, que también es perpetua educación, solicitará con su ejemplo a los creyentes.<br />

Les ofrecerá el aliciente <strong>de</strong> todas las pasiones, el estímulo <strong>de</strong> todos los intereses, la<br />

atracción <strong>de</strong> todos los ensueños, la satisfacción <strong>de</strong> todos los apetitos, el relato <strong>de</strong> todas<br />

las virtu<strong>de</strong>s impotentes, el espectáculo <strong>de</strong> la omnipotencia <strong>de</strong> los vicios, la biografía<br />

<strong>de</strong> todos los crímenes inmortalizados, la comedia <strong>de</strong> la vanidad y la envidia palmoteadas,<br />

el drama <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s afectos malogrados, la tragedia <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>beres<br />

malpagados; aquí gimiendo la honra<strong>de</strong>z menospreciada, allí llorando la honestidad<br />

sitiada, acá sollozando la inocencia perseguida, allá clamando la verdad y la justicia<br />

escarnecidas, y por todo consuelo las tinieblas interiores <strong>de</strong>l espíritu, y por toda arma<br />

<strong>de</strong>fensiva un dios lejano.<br />

Ya, ya lo sé. Harto sé que cuando el pintor reproduce fielmente el paisaje más familiar<br />

a nuestra vista, <strong>de</strong>sconocemos el paisaje. Es que el pintor ha buscado y encontrado lo que<br />

nosotros no buscamos ni encontramos: él busca la exacta distribución <strong>de</strong> luz y sombras, <strong>de</strong><br />

colores y <strong>de</strong>svanecidos, <strong>de</strong> términos, ambiente y perspectiva, en tanto que nosotros vemos<br />

mucha luz o mucha sombra iluminando o sombreando el peñascal, el pinar, el precipicio.<br />

El cuadro <strong>de</strong> la naturaleza era el mismo; pero el contemplador era distinto.<br />

Lo que en la apreciación <strong>de</strong> la naturaleza bella, acontece en la apreciación <strong>de</strong> los cuadros<br />

<strong>de</strong> la vida. Si el contemplador no se propuso más que ver, verá un cuadro en que están compensados<br />

los males con los bienes; pero si se propuso observar, observará todos y cada uno<br />

<strong>de</strong> los pormenores <strong>de</strong> la realidad, y sabrá que el espectáculo <strong>de</strong> la vida es tan formidable,<br />

que ningún hombre <strong>de</strong> conciencia y experiencia lo propondrá a su hijo, ni a la niñez ni a la<br />

inocencia, sin antes poner en sus manos un arma menos inflexible que la fe exclusivista y<br />

menos maleable que los instintos, las pasiones y los intereses sobornables.<br />

Arma mejor es la verdad. Ni excluye la fe, si la subordináis a ella; ni excluye las glorias<br />

y tormentos <strong>de</strong> la vida, si los subordináis al conocimiento <strong>de</strong> los bienes y males que<br />

contiene.<br />

Mejor arma es la verdad. Armado <strong>de</strong> ella, el niño entra en la realidad al entrar en la<br />

vida, el adolescente busca el encanto <strong>de</strong> la realidad en don<strong>de</strong> antes buscara los espejismos<br />

<strong>de</strong> su propia fantasía; el joven mi<strong>de</strong> la distancia que hay <strong>de</strong> la realidad al propósito <strong>de</strong> su<br />

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