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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO II<br />

ese plantel, que más tar<strong>de</strong> se llamó Instituto <strong>de</strong> Señoritas Salomé Ureña, y también se vieron<br />

sus aulas colmadas <strong>de</strong> alumnas, a la vez que otros planteles <strong>de</strong> enseñanza femenina fundados<br />

mucho tiempo antes, como los que dirigieron las beneméritas educadoras Socorro <strong>de</strong>l Rosario<br />

Sánchez y María Nicolasa billini, adoptaron los nuevos métodos y solicitaron el concurso<br />

<strong>de</strong> algunos normalistas. Un Instituto <strong>de</strong> Señoritas fue fundado <strong>de</strong>spués en San pedro <strong>de</strong><br />

Macorís por otra discípula <strong>de</strong> Salomé Ureña: Anacaona Moscoso <strong>de</strong> Sánchez (1876-1907).<br />

todas o casi todas las maestras formadas en el Instituto que fundó Salomé Ureña ejercieron<br />

<strong>de</strong> modo incansable el ministerio <strong>de</strong> la enseñanza, ya como Ana Josefa puello (n. 1866-1952),<br />

que fundó una Escuela Infantil <strong>de</strong> acuerdo con las nuevas normas pedagógicas y la sostuvo<br />

durante siete lustros; ya como Altagracia henríquez <strong>de</strong> Coiscou (1867-1953), que dirigió<br />

durante varios años una escuela primaria <strong>de</strong> igual tipo en la villa <strong>de</strong> San Carlos; ya como<br />

Leonor M. Feltz (1869-1949), Catalina Francisca pou y Arvelo (1870-1960) y la infatigable<br />

Merce<strong>de</strong>s Laura Aguiar (1871-1958), mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> maestras, para quien el magisterio ha sido<br />

un sacerdocio al cual ha consagrado toda su vida.<br />

En puerto plata, la educadora puertorriqueña Demetria betances, que allí vivió algunos<br />

años a partir <strong>de</strong> 1890, había formado, a su vez, siguiendo las más avanzadas orientaciones<br />

pedagógicas, un grupo meritorio <strong>de</strong> discípulas, entre las cuales sobresalió Antera Mota <strong>de</strong><br />

Reyes, que fundó y regenteó un excelente plantel <strong>de</strong> enseñanza femenina, auxiliada por su<br />

hermana Merce<strong>de</strong>s Mota, que a<strong>de</strong>más se producía en artículos breves sobre temas literarios.<br />

A la generación siguiente perteneció otra educadora distinguida: Ercilia pepín, autora <strong>de</strong><br />

discursos y folletos llenos <strong>de</strong> sentimiento patriótico (Patria y escuela, Feminismo, Mi homenaje<br />

a los héroes y mártires <strong>de</strong> la Barranquita, 1930).<br />

Casi todas las discípulas <strong>de</strong> Salomé Ureña colaboraron frecuentemente en la prensa literaria.<br />

Entre ellas se distinguió Leonor María Feltz por la corrección elegante <strong>de</strong> su estilo y el<br />

vigor <strong>de</strong> su pensamiento, según lo atestiguan, entre otros, dos breves trabajos suyos: Alegoría,<br />

que inclina a meditar sobre el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> los pueblos débiles ante la codicia <strong>de</strong> los fuertes,<br />

y El Apóstol, síntesis poética y emotiva <strong>de</strong> la personalidad <strong>de</strong> Eugenio María <strong>de</strong> hostos. El<br />

espíritu sensible y <strong>de</strong>licado <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s Laura Aguiar se revela en sus apreciaciones sobre<br />

la Evangelina <strong>de</strong> Longfellow y en su sentida Meseniana a la memoria <strong>de</strong> Salomé Ureña <strong>de</strong><br />

henríquez. Ana Josefa puello, que también gustaba <strong>de</strong> la nota sentimental, en ocasiones supo<br />

hacer gala <strong>de</strong> sutil espíritu humorístico, como en su breve artículo Ensayos críticos, aunque<br />

en otros abordó temas pedagógicos, según lo evi<strong>de</strong>ncia su ensayo sobre el libro La enseñanza<br />

artística en las escuelas, <strong>de</strong> pedro Alcántara Rodríguez (publicado en Letras y Ciencias, marzo<br />

1892). todas cultivaron, sin embargo, la literatura que podríamos llamar miniaturista, <strong>de</strong><br />

páginas comprimidas <strong>de</strong> exquisita prosa poética, como Ante el ara y alguna otra que César<br />

zumeta incluyó en su libro Escrituras y lecturas.<br />

El miniaturismo tenía a fines <strong>de</strong>l siglo XIX no pocos cultivadores en Venezuela: hasta<br />

escritores que generalmente se <strong>de</strong>dicaban a cuestiones graves produjeron páginas breves<br />

en prosa poética. En ese aspecto merece recordarse a Merce<strong>de</strong>s María Moscoso (1872-1913),<br />

con sus nostálgicas evocaciones ¡No toques la romanza! y La naves, y a Luisa Ozema pellerano<br />

Castro (1870-1927), capaz <strong>de</strong> esbozar finas acuarelas con el pincel <strong>de</strong> su prosa pictórica<br />

(Amor los guía, Angustia). La influencia <strong>de</strong> ese miniaturismo se extendió bien pronto a Santo<br />

Domingo, lo que hacía exclamar a Alejandro Woss y gil, para subrayar el fenómeno con<br />

un poco <strong>de</strong> humorismo: “¡qué bien están escribiendo aquí en estilo venezolano!”. hombres<br />

<strong>de</strong> espíritu recio, avezados a la lucha <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as, no <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñaban cultivar el miniaturismo;<br />

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