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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO I
en Camagüey, donde vivió los restantes años de su vida, ejerció su profesión, fue asesor
del gobierno local, Director del Instituto de segunda enseñanza, presidente de la sección
de literatura del Liceo de puerto príncipe, colaboró asiduamente en El Fanal y El Tiempo y
fue Alcalde de primer voto durante dos años sucesivos. publicó diversos opúsculos, en su
mayoría sobre historia natural: Estudios prácticos de las condiciones económicas de la industria
pecuaria en el distrito de Puerto Príncipe; Memoria de la Feria y exposición de ganado y productos
agrícolas, celebradas en esta ciudad el año 1857; Cartas sobre el cuidado de las flores en la Isla de
Cuba; Estudio de la aclimatación de las plantas; Organización del trabajo mercenario en la Isla de
Cuba; Informe sobre el reglamento de división de haciendas; Informe sobre las ordenanzas rurales;
Catálogo razonado de las plantas más útiles de la zona ecuatorial con que pueden enriquecerse nuestra
agricultura e industria rural.
En periódicos y revistas publicó otros trabajos científicos sobre algunas especies de
la flora y la fauna de Cuba. Su alta capacidad en materia de botánica fue reconocida por
el naturalista español Ramón de la Sagra (1798-1871), que en la parte descriptiva de la
sección botánica de su Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, le tributó expresivo
homenaje al consagrarle un género en una especie nueva, dándole el nombre de Monteverdia
buxifolia.
José María Morillas da cuenta de los siguientes rasgos del sincero carácter de Monteverde,
cuya candidez y franqueza considera que rayaban en lo infantil.
“perteneciendo al Ilustre Colegio de Abogados de puerto príncipe, a quien pidió informe
la Real Audiencia en el expediente sobre hacer extensivas a la isla de Cuba ciertas mejoras y
garantías de que gozaban los españoles de la península, como supresión de diezmo y concesión
de algunas garantías, se nombró al señor Monteverde para que emitiera su dictamen
sobre los términos en que debía evacuar la corporación su informe. Dicho señor Monteverde,
impulsado sin duda por la sinceridad de su carácter, hubo de expresarse en su exposición
no sólo en favor de las mencionadas mejoras y garantías, sino quejándose de que al pueblo
cubano se le mantuviera privado a una excomunión política de las ventajas que disfrutaban
los españoles de la península. La audiencia consideró inconvenientes estas frases y otras de
igual tendencia y le impuso por esta falta la suspensión por seis meses o poco menos del
ejercicio de la abogacía, cuya suspensión creemos que le fue después alzada”.
“El mismo señor Monteverde solía decir con una candidez que pudiera calificarse de
infantil, cuando se trataba de esclavitud y se le indicaban las grandes riquezas que por este
medio se obtenían, que él no comprendía la absoluta necesidad que hubiera de esas cuantiosas
riquezas para que merecieran reducir los hombres a la esclavitud”.
Francisco Javier Foxá y Lecanda (1816-1865?), nació en Santo Domingo y muy niño aún
fue con sus padres, a Cuba. Su talento precoz lo hizo destacarse en las actividades literarias
desde temprana hora. Fue poeta, escritor y dramaturgo. El nueve de agosto de 1838 estrenó
en La habana su drama histórico, en prosa y verso, Don Pedro de Castilla, que había escrito
a los veinte años y conservaba inédito. Foxá alcanzó con esa obra un éxito clamoroso y sin
precedentes, aunque por tratarse de un drama de filiación francamente romántica provocó
algunas protestas y el público se dividió en dos bandos. El estreno de ese drama en cuatro
jornadas, inspirado en los últimos tiempos del reinado de don pedro el Cruel, fue algo así
como una nueva batalla de hernani.
El escritor español José de Andueza (1806-18?…), que asistió al estreno y poco después
hizo representar en La habana un drama suyo, cuenta que “un individuo murió algunos
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