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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

Sin embargo, ofrecer una bella forma, una magnífica armonía poética o una impresionante<br />

melodía al arte es sólo acercarse al arte absoluto, andar con paso inseguro por los<br />

intrincados laberintos <strong>de</strong> la creación. Sólo cuando la bella forma, la magnífica armonía<br />

poética o la impresionante melodía encuentran un fondo, una representación <strong>de</strong> contenido<br />

humano, un aliento <strong>de</strong>l alma, se convierten en arte auténtico, ya que el calco sin sentido,<br />

sin intensidad espiritual, jamás llega a adquirir la categoría <strong>de</strong> arte por carecer <strong>de</strong> lo más<br />

esencial: la emoción.<br />

El poeta Juan Ramón Jiménez sintetiza la imagen <strong>de</strong>l arte en una bella frase que es arte<br />

a su vez: “Intuición rara, palabra sencilla: la suma belleza”. De lo que se <strong>de</strong>duce implícitamente<br />

que el artista se forma <strong>de</strong> la suma <strong>de</strong> dos factores fundamentales: fondo y forma,<br />

espíritu y técnica. y se <strong>de</strong>duce también que la obra <strong>de</strong> arte surge espontánea, como exponente<br />

natural <strong>de</strong>l genio creador, <strong>de</strong> la conjunción armónica y perfectamente articulada <strong>de</strong> ambos<br />

elementos substanciales.<br />

Si el arte es suma <strong>de</strong> valores naturales espiritualizados al través <strong>de</strong> las sensaciones; si al<br />

artista correspon<strong>de</strong> observar lo que la naturaleza le enseña, transformando las sensaciones en<br />

imágenes al pasar por el crisol <strong>de</strong>l espíritu –teniendo en cuenta que éste ve mucho más <strong>de</strong> lo<br />

que ven los ojos–, es lógico creer que el secreto <strong>de</strong>l genio consiste en guiar bien los sentidos,<br />

conducidos éstos por el instinto, yendo <strong>de</strong> lo conocido a lo <strong>de</strong>sconocido, para crear la obra<br />

<strong>de</strong> arte como suma efectiva <strong>de</strong> las sensaciones, <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as y <strong>de</strong> las imágenes.<br />

Es natural que, al producir una obra <strong>de</strong> arte, el artista vaya <strong>de</strong> lo conocido a lo <strong>de</strong>sconocido,<br />

en plena búsqueda <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al. presentar con claridad lo conocido –función <strong>de</strong> la forma–<br />

es facilitar el conocimiento <strong>de</strong> lo <strong>de</strong>sconocido (<strong>de</strong> lo intuido) y sinceramente reportado.<br />

pero <strong>de</strong>be tenerse en cuenta que para penetrar en el conocimiento ajeno hay que llegar a<br />

su esencia al través <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as y sujetos conocidos, único paso seguro hacia la percepción<br />

y comprensión <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as nuevas y <strong>de</strong> los sujetos <strong>de</strong>sconocidos. Es <strong>de</strong>cir, que viéndose<br />

en la necesidad <strong>de</strong> ir más allá <strong>de</strong> su actualidad –por algo el arte está fuera <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong>l<br />

espacio–, el artista se halla vinculado a una constante evolución.<br />

El instinto, el gusto y el talento son obra <strong>de</strong> la naturaleza y ésta es, sin duda, la que inspira<br />

la acción <strong>de</strong>l genio. Y el genio se manifiesta siempre en realida<strong>de</strong>s dadas. De ahí que la<br />

vida <strong>de</strong>l arte –la inmortalidad artística– esté sujeta a la vida misma y que obligue al artista<br />

a sacrificar lo fantástico en aras <strong>de</strong> lo real espiritualizado; pero sin convertir en símbolo lo<br />

real y sin someterse a un tipo <strong>de</strong> belleza i<strong>de</strong>al. Sin olvidar, en suma, que las preocupaciones<br />

estéticas son siempre preocupaciones i<strong>de</strong>ológicas y que espíritu y técnica <strong>de</strong>ben complementarse<br />

para que <strong>de</strong> su equilibrada conjunción surja, espontánea, la obra <strong>de</strong> arte. Esto no<br />

quiere <strong>de</strong>cir, sin embargo, que el artista esté sujeto a leyes preestablecidas que coarten su<br />

libre expresión, sino todo lo contrario. El genio no conoce barreras.<br />

El hombre –<strong>de</strong>cía Nietzsche– <strong>de</strong>be aspirar a la máxima originalidad, a ser en el curso <strong>de</strong>l<br />

mundo él solo, el singular, el inimitable, el único señor <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino. y añadía que también el<br />

hombre, en su afán creador, <strong>de</strong>be superarse a sí mismo. Nada más lógico aplicado al artista,<br />

porque a pesar <strong>de</strong> ser el arte, en sí, exposición serena, todas las exaltaciones <strong>de</strong>l espíritu pue<strong>de</strong>n<br />

convertirse en puente, en tránsito hacia la inviolable serenidad creadora. Es más: “Las<br />

exaltaciones que caracterizan a Wagner y Van gogh, por ejemplo, fueron las que equilibraron<br />

–las que serenaron, para ser más exactos– el genio creador <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> ellos.<br />

La originalidad, la personalidad y la profundidad son las manifestaciones espontáneas al<br />

través <strong>de</strong> las cuales se <strong>de</strong>scubre el genio. Sé tú mismo, lema <strong>de</strong> Cristo –que fue a un tiempo<br />

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