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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

que acaso fueron la primera manifestación <strong>de</strong> sus futuras dotes <strong>de</strong> crítico y ensayista. ¡y<br />

qué clara y limpia la letra, que motivó en La Tar<strong>de</strong> calurosos elogios a la “mo<strong>de</strong>rna y nítida<br />

impresión <strong>de</strong>l colega”, La Patria!<br />

pero llegaron días <strong>de</strong> inquietud y <strong>de</strong> zozobra. Des<strong>de</strong> el nacimiento <strong>de</strong> nuestra hermana<br />

Camila el estado <strong>de</strong> salud <strong>de</strong> nuestra madre se agravaba <strong>de</strong> día en día, razón por la cual ella<br />

se había <strong>de</strong>cidido a cerrar el plantel <strong>de</strong> enseñanza que había fundado quince años antes y<br />

que había dado al país un valioso contingente <strong>de</strong> maestras normales, que por su capacidad y<br />

preparación prestaron una contribución <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n a la cultura general y, en especial, a<br />

la <strong>de</strong> la mujer dominicana. Mi padre había resuelto, inconforme con el régimen <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte<br />

Ulises heureaux <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cual él y sus mejores amigos eran objeto <strong>de</strong> continua vigilancia,<br />

emigrar a Cabo haitiano, don<strong>de</strong> había encontrado, al visitarlo poco antes, campo favorable<br />

para el ejercicio <strong>de</strong> su profesión <strong>de</strong> médico. Llevar a Cabo haitiano a mi madre, en quien la<br />

tuberculosis hacía rápidos estragos, era someterla a un esfuerzo <strong>de</strong>masiado fatigoso, pues sólo<br />

había vapores directos hasta puerto plata. Mis padres optaron por una solución intermedia:<br />

mi madre quedaría con pedro y conmigo en puerto plata, cuyo clima era agradable y sano, y<br />

<strong>de</strong>spués se vería si era posible que continuara el viaje hasta Cabo haitiano.<br />

Emprendimos todos el viaje a puerto plata, don<strong>de</strong> mi padre había tomado en arrendamiento<br />

una pintoresca casita próxima a la playa. Nos acompañó él durante el primer mes <strong>de</strong><br />

nuestra permanencia en puerto plata y asistió a la velada que organizamos para inaugurar<br />

una sociedad literaria infantil: El Siglo Veinte, cuya presi<strong>de</strong>ncia entendimos que sólo podía<br />

<strong>de</strong>sempeñar nuestra propia madre. Ella sonrió al oírlo, protestando <strong>de</strong> que su única labor<br />

presi<strong>de</strong>ncial iba a ser la <strong>de</strong> asistir, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su asiento, a nuestras reuniones y que mejor <strong>de</strong>bía<br />

presidir la sociedad uno <strong>de</strong> nosotros.<br />

—Cuando veas la gente que viene, –le <strong>de</strong>cíamos–, te darás cuenta <strong>de</strong> que ninguno <strong>de</strong><br />

nosotros podría ocupar la presi<strong>de</strong>ncia…<br />

Empezaron a llegar los invitados: Dubeau, las hermanas Meireles, Carmen Lovatón <strong>de</strong><br />

Meunier, Antera Mota <strong>de</strong> Reyes y su hermana Merce<strong>de</strong>s, con algunas alumnas <strong>de</strong>l plantel que<br />

Antera regenteaba, y otras amista<strong>de</strong>s más. pedro leyó una página suya, <strong>de</strong>licada y emotiva,<br />

con recuerdos <strong>de</strong> sus primeros años; pero la revelación <strong>de</strong> la noche fue nuestro hermano Fran,<br />

que hasta entonces no había <strong>de</strong>mostrado igual afición a las letras, y se dio a conocer con unos<br />

fogosos párrafos, a los que puso el título <strong>de</strong> Insurrecta, y que se inspiraban en la guerra <strong>de</strong><br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Cuba. Creo que empezaban así: “¡Regocijémonos! Cuba será libre…”.<br />

Dos o tres veces al mes ofrecía la sociedad El Siglo Veinte unas veladas similares, y alternando<br />

con ellas se celebraban otras en el plantel <strong>de</strong> Antera Mota, con el concurso <strong>de</strong> algunas<br />

<strong>de</strong> sus alumnas. Uno <strong>de</strong> los primeros esbozos críticos <strong>de</strong> pedro fue un comentario que leyó<br />

sobre una conocida composición poética <strong>de</strong> gutiérrez Nájera, La Serenata <strong>de</strong> Schubert, que<br />

fue recitada por la alumna Concepción Meana. Naturalmente, el público que asistía a estas<br />

reuniones era mucho más numeroso que el <strong>de</strong> las veladas <strong>de</strong> El Siglo Veinte, a las cuales sólo<br />

asistía un grupo <strong>de</strong> íntimos que no pasaba <strong>de</strong> la veintena. De ahí que en las veladas <strong>de</strong>l plantel<br />

<strong>de</strong> Antera Mota se repitieran, a veces, algunos números <strong>de</strong> los programas <strong>de</strong> El Siglo Veinte, y<br />

tanto la Insurrecta <strong>de</strong> Fran como la página hogareña <strong>de</strong> pedro merecieron esos honores.<br />

Esa página <strong>de</strong> pedro, escrita con corrección y sentimiento, movió a mi madre a escribir<br />

las dos estrofas finales <strong>de</strong> una composición, empezada hacía años, que todos en casa sabíamos<br />

<strong>de</strong> memoria: Mi Pedro. Fueron esas dos estrofas lo último que ella escribió. terminan<br />

con una expresión <strong>de</strong> firme confianza que equivale a una profecía:<br />

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