Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
ofrecieron al Sr. brindis sus humildes servicios como expendedores de billetes, repartidores de
programas, barrenderos y acomodadores, etc.; pero el Sr. brindis al saber de boca de ellos mismos
que eran españoles, los rechazó bruscamente, diciéndoles que no podía preferir españoles a
los dominicanos y cubanos que en lugar de ellos podía emplear.
Deseosos estos individuos de vengarse, informaron al Sr. Cónsul de España interino de que el
objeto de la velada del martes era para reunir fondos con los que auxiliar la revolución cubana,
y que además en los discursos que se iban a pronunciar se insultaría a España. parece que el
buen sentido y excelente carácter de Don Celestino le hizo dudar un poco, pero instigado por los
individuos mencionados y quizás tal vez por algún otro que mis agentes secretos no han podido
descubrir –aunque sospechan de uno– me envió una nota oficial horas antes de tener efecto la
velada, rogándome impidiera dicha función, pues hasta él había llegado la noticia de que los
fondos que ella produjera se destinaban a auxiliar la Revolución Cubana.
Como este paso del señor Cónsul era prematuro y no descansaba sobre ninguna base fundada,
pues si bien es cierto que algunos imprudentes jóvenes cubanos, dominicanos y puertorriqueños,
andaban de aquí para allá corriendo y charlando de la fiesta y de los magníficos resultados
que de ella esperaban obtener, ni el programa de la misma ni ningún acto o demostración declaraba
ser cierto ni tener visos siquiera de lo que en la nota del Cónsul se suponía por adelantado,
consulté con Don Manuel Cocco, el cual fue de parecer que se convocara a los Sres. que debían
hablar en dicha velada, a fin de poder obrar en consecuencia.
Convoqué, pues, a una reunión a las 4 de la tarde en este Despacho a los Sres. Don Eliseo grullón,
Don Fidelio Despradel, Don Manuel portuondo, Don José Dubeau, Don Ramón Álvares,
Don Ismael Simón y Don J. M. Rodríguez Arrezón, los cuales, cuando les hube expuesto el objeto
por el cual les había invitado a la reunión no tuvieron inconveniente en asegurarme que la índole
de la fiesta era de ovación al eminente violinista Sr. Brindis de Salas, de expansión entusiasta
por el arte, de parte de los unos y de afecto y cordialidad de la de los otros hacia este pueblo
dominicano eminentemente hospitalario y culto; que respecto de los fondos que se recaudaran
se destinarían a obras de beneficencias. Que podría yo abrigar la seguridad y darla a quien fuera
menester de que era absolutamente ajena de la fiesta toda idea de carácter político o agresivo
respecto de personas o nacionalidad.
Di inmediatamente informe de esta formal declaratoria a Don Celestino, el que como a la sazón
había ya enviado su telegrama a Ud. creyó deber remitir un segundo rectificando. Recibido
luego por mí el telegrama de Ud. procedí a hacer cumplir la formalidad que Ud. prescribía por
ante el presidente del tribunal, y como nada pudo hallarse de subversivo se autorizó la velada,
la cual tuvo lugar en presencia de un concurso inmenso y tal como me lo habían asegurado sus
promovedores: es decir, inofensivo y muy cordial.
El presidente del tribunal, el del h. Ayuntamiento, el Sr. Cónsul de España y yo presenciamos la
fiesta hasta lo último. Esto fue todo.
Es mi humilde parecer que los Sres. españoles pusieran un poco de agua en su vino, pues no es
cosa que por intriga de tres individuos que llevan su atrevimiento hasta decir que si se daba la
velada la acababan a pedradas, se coloque a las autoridades en situaciones difíciles o ridículos.
Es mi humilde parecer también que deben los representantes de la potencia amiga España, tener
más confianza en la obediencia de las autoridades locales a las prescripciones del Superior
gobierno de la República; y sobre todo esperar a que los hechos estén consumados o con un
principio de ejecución tangible para hacer sus reclamos.
Sin más por ahora y deseándole salud y todo género de felicidades queda incondicionalmente.
Suyo su compadre, Juan garrido.
tal fue el memorable incidente. Desde la Capital de la República el presidente heureaux
no descuidaba el caso. El mismo día de la Velada le había enviado al gobernador garrido
el mensaje siguiente:
para evitar inconveniencias gobierno, ofrecido Cónsul Español que autores velada sean sometidos
censura presidente tribunal. Exíjalo así. Comunique Ildefonso disposición.
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