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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO II
Se topó en el lindero de la Vida
con bahoruco (la montaña), el devenir de sus distantes sueños
y la sombra del padre Enriquillo.
También la novela indigenista volvió a florecer en Santo Domingo con Don Cristóbal,
donde Enrique Aguiar sugiere unos amores imposibles entre Colón y Anacaona; y con Toeya,
de Virginia de peña de bordas (1904-1948). pero la novela indigenista de la época actual en
otros países de América estudia y plantea reivindicaciones sociales en favor del indio: es
una nueva forma que ha asumido desde la publicación de Aves sin nido (1889) de la peruana
Clorinda Matto de turner, pasando después por Raza de bronce (1919) del boliviano Alcides
Arguedas, hasta llegar a Huasipungo (1924) del ecuatoriano Jorje Icaza y a no pocas obras
valiosas con que en ese género cuentan hoy las literaturas de América, principalmente la
mexicana. pero en Santo Domingo es imposible que la novela indigenista se transforme y
actualice para seguir ese rumbo nuevo, porque allí no hay indios. En la literatura dominicana,
el indio, no es ocioso repetirlo, sobrevive solamente como símbolo de un pasado de
luchas y sacrificios.
XV. Poesía popular y poesía criolla
La musa popular, que desde los primeros tiempos de la colonia se encargó de hacer el
comentario rimado de sucesos locales o la sátira contra encumbrados personajes, encontró
al ser proclamada la independencia nuevos y frecuentes motivos de inspiración en la guerra
ininterrumpida contra los haitianos y en las alternativas de la vida política dominicana. Si se
hubieran recogido íntegramente, los cantos populares relacionados con las luchas del pueblo
dominicano por su independencia podrían dividirse en dos grandes grupos, a modo de
fragmentarios cantares de gesta que recogen tradiciones patrióticas y episodios diversos, y
constituyen un vasto poema inacabado e inconexo. El primer grupo es el que corresponde a
las varias etapas de la guerra contra haití: la campaña que sigue a la proclamación de la independencia,
y abarca los años de 1844 y 1845, y las campañas sucesivas de 1849, 1851, 1855 y
1856. El segundo grupo es el que se refiere a la anexión a España, y a la guerra de Restauración
nacional, desde el sacrificio de Sánchez y sus compañeros en el Cercado hasta el abandono de la
isla por las tropas españolas. Aun podrían constituirse otros grupos con los cantos relacionados
con la política interna, como los que, en la primera era republicana, provienen del antagonismo
entre Santana y báez; pero a no dudarlo, el cancionero político más rico del acervo popular
dominicano es el que resume otra larga gesta: la revolución llamada “de los seis años”, contra
el gobierno de buenaventura báez. El solo hecho de que un movimiento insurreccional durara
tanto tiempo, basta para señalar la importancia de esa gesta épica.
Esos versos populares, escritos en la memoria, se han perdido en buena parte, pero aún
podría recogerse lo que queda de ellos, para ordenarlos y clasificarlos. Sea poco o mucho su
mérito artístico, esa es la poesía natural y espontánea del pueblo dominicano. De la guerra
de independencia contra haití quedan bastantes para, agrupados, dar un resumen de las
alternativas y episodios de esa prolongada lucha: desde las rivalidades entre los regimientos
de diferentes comarcas, (así el batallón de La Vega frente al regimiento La Flor de Santiago),
pasando por la mención de muertes y derrotas haitianas (epitafio del coronel Augusto Broaut,
retirada del general Souffrant), y por la loa a los jefes dominicanos victoriosos, (Santana en
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