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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO I
En una Relación de los Conventos de la Merced, el mercedario Fray Jerónimo de Alfaro, en
1641, se refiere de esta suerte a la festividad de Nuestra Señora de las Mercedes el ocho de
septiembre: “Dura la solemnidad ocho días continuos en que hay muchas danzas, saraos,
comedias, máscaras, toros y otros muchos géneros de festejos”. y más adelante agrega: “toda
la octava está abierta la Iglesia hasta media noche y siempre llena de gente por ser grande la
devoción del pueblo. todos estos días, por estar la santa Imagen descubierta, están encendidos
doce cirios blancos y doce velas de a libra, en blandón y candeleros de plata; y todas las
noches hay saraos y danzas en la Iglesia, todos de gente principal. Vienen también danzas
de hombres y mujeres cubiertas, y con mucha gala y bizarría, por ser uso de la tierra…”
En 1663 el arzobispo Francisco de la Cueva y Maldonado prohibió que los seminaristas
representasen obras teatrales, como lo hacían cada año en el mes de octubre en las fiestas
de Nuestra Señora del Rosario, “ocupándose en ellas más de dos meses faltando a sus estudios”,
y ordenó so pena de excomunión que ningún estudiante representara “comedias ni
otros actos en tablado ni fuera de él. 111 El teatro había salido para entonces, por lo visto, al
tablado y a la plaza pública; y el arzobispo Fernández de Navarrete se quejó al Rey en 1679
de “las muchas corridas de toros y de las muchas comedias y que éstas eran para las mujeres,
de noche, y se acababan muy tarde, de lo que no se podía esperar nada bueno”. Un año
después, en 1680, el Capitán general Francisco Segura Sandoval y Castilla promulgó una
Real Cédula prohibiendo la representación de comedias por la noche, y disponiendo que las
corridas de toros fueran menos frecuentes. 112 En el siglo xVIII el teatro encontraba acogida
en las residencias particulares. Constituía una de las distracciones favoritas de los habitantes
de la colonia, aunque no consta que ya para esa época hubiera un edificio destinado a
representaciones públicas. El brigadier José Solano y bote, que gobernó la colonia de 1771 a
1779, ofrecía con relativa frecuencia en su palacio representaciones de comedias de buenos
autores españoles, interpretadas por jóvenes aficionados. 113 Solían también representarse
obras escritas por algún ingenio local, pero ninguna se conserva. 114
Al siglo xVIII pertenece pedro José peguero, natural de baní. peguero escribió una
detestable Historia de la Conquista de la Isla Española, 115 que termina con unos Discursos concisos
morales, dedicados por el autor a sus hijos. para su trabajo, peguero parece haberse
limitado a seguir a los cronistas de Indias, principalmente a Antonio de herrera, de cuya
Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano aparecen
agregados al manuscrito original de la obra de peguero algunos grabados. No tuvo mérito
alguno como escritor ni como versificador. Los versos que de él se conocen son interesantes
111 Véase Universidades…, de Utrera para lo acordado en el Sínodo de 1610 (p.113) y para la prohibición de Cueva
y Maldonado, (p.192). para los párrafos citados de Fray Jerónimo de Alfaro, véase otro libro de Utrera: Nuestra Señora
de las Mercedes, Patrona de la República Dominicana, 1932, pp. 41-43.
112 Véase el libro de Luis E. Alemar sobre la ciudad de Santo Domingo, pp. 244-245.
113 José gabriel garcía, Historia de Santo Domingo. t. I. p.221.
114 pedro henríquez Ureña hace constar en su Literatura Dominicana (parís, 1917, p.19, nota 2): “Don Américo Lugo
vio en Madrid la copia de una obra dramática, de carácter profano, escrita en Santo Domingo en el siglo xVII. Entre
los papeles del poeta D. Nicolás Ureña de Mendoza se conservaban manuscritos del siglo xVIII: uno de ellos, que aún
existía en 1900, pero ya poco legible por la mala calidad de la tinta, contenía una obra dramática”.
115 El primer trabajo que se publicó sobre peguero fue El primer escritor de Baní, por Emilio Rodríguez Demorizi
(Bahoruco, nº 274, noviembre 23, 1935), que también se refiere a él en su libro Poesía popular dominicana (vol. I, 1938),
donde inserta algunos versos suyos, y en su colección Del romancero dominicano, que incluye el romance A los valientes
dominicanos. La Historia de peguero se conserva inédita en la biblioteca Nacional de Madrid junto con este otro manuscrito:
Notas, apuntes y versos, Borradores autógrafos de Luis José Peguero, residente en el Valle de Baní, en su hato de San
Francisco y el Rosario de la Isla Española de Santo Domingo.
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