Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
orden: el del corazón. traza su arquitectura con deslumbrante vigor creador. Los árboles se
confunden con el cielo, como queriendo demostrar que todo es uno en el Universo.
Su exaltación llega al frenesí. ya no le bastan los pinceles para pintar y se sirve de los dedos,
del tubo de la pintura, de todo lo que puede serle útil para precipitar la plasmación de la forma
fantástica sobre la tela. Está al borde del gran misterio que pretende descubrir, en la cima de lo
imposible. Lucha sin perder la esperanza, agotado, perdiendo las fuerzas lentamente; pero sin
renunciar a la plasmación de lo absoluto. A esta época pertenece, como Los cipreses y La noche
estrellada, su obra Campo de trigales, cuadro en el que quiso Van gogh representar el mundo
tal y como éste aparecía: en haces luminosos. y así lucha hasta que, dominado por las leyes
eternas e inexorables del Universo, descubre la verdad presentida y, por presentida, temida:
la eternidad y lo infinito sólo se conquistan aniquilando la existencia humana.
Ante lo imposible, su adolescencia psíquica se manifiesta nuevamente en la plenitud
de su vigor. y vuelve a ser el suyo un mundo de interrogaciones. ¿podrá resignarse a no
seguir buscando explicación a lo que parece inexplicable? Entonces se pregunta a sí mismo:
“¿qué soy, para qué sirvo, si el mundo no me pertenece?”. En tales condiciones, en tal estado
de ánimo, sufre lo indecible. Lucha ahora, consigo mismo. Por fin ha descubierto que la
superabundancia de vitalidad no le permite sujetarse a las leyes propias de su condición de
hombre. ¿De hombre? Ni siquiera esto, porque él tiene una idea muy personal del hombre
y esta idea no se aviene a la esencia real de la existencia humana. ¿qué hacer? Conquistará
la eternidad, lo infinito, aniquilando su propia existencia. Y es así como Van Gogh, el pintor
genial que quiso conquistar lo imposible, reintegra toda su fuerza al Cosmos.
ApÉNDICE
Síntesis panorámica del arte
en Santo Domingo
I
Santo Domingo carece de tradición plástica. Ni los escasos vestigios del arte taíno, ni
los leves recuerdos que nos quedan del período colonial han influido en la formación del
arte nuevo en la República Dominicana, que se caracteriza hoy, principalmente, por una
profunda expresión abstracta y universal.
Alejandro bonilla es uno de los primeros pintores de quienes se tiene conocimiento; pero
ni él ni Luis Desangles, y menos aun Leopoldo Navarro, ejercen influencia alguna en la formación
de un auténtico arte dominicano. Sus obras carecen de aliento y están desprovistas
de fervor. Abelardo Rodríguez Urdaneta, a pesar de su autodidactismo, sí deja una obra de
perfil nacional –no nos referimos al tema–; pero sus alumnos no persistieron en el esfuerzo,
razón por la cual su obra didáctica quedó trunca.
La primera influencia positiva la recibe el arte dominicano de Celeste Woss y Gil, excelente
pintora de la que nos ocuparemos luego, y de Enrique garcía godoy. Ambos dejan
huellas en sus alumnos: Delia Weber, gilberto Fernández Díez y Elsa grunning son los más
sobresalientes de la primera; Darío Suro, totalmente evolucionado ahora, es el legado más
efectivo de garcía godoy. Después de ellos, Izquierdo nos ofrece, en el Cibao, los primeros
rasgos del tipicismo pictórico. En esa misma época –principios del siglo actual–, yoryi Morel
se adentra en el alma de nuestro paisaje; pero estos primeros esfuerzos son sólo indicios de
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