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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

<strong>de</strong>l superficial instinto misterioso que predomina en los embaucadores <strong>de</strong> la magia negra.<br />

El verda<strong>de</strong>ro artista busca siempre en lo que ve, sea lo que fuere, algo que exprese su pensamiento<br />

íntimo, su sentimiento. Este choque visual con la naturaleza, <strong>de</strong>l que no está ausente<br />

el espíritu, realza su sentimiento y estimula su pensamiento hasta el punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar su<br />

personalidad. El hombre que ve y no piensa, que contempla algo y no siente, está negado<br />

para el arte, puesto que es incapaz <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a las preguntas que a sí mismo se formule<br />

con un mensaje nuevo. Un mensaje nuevo que sea anticipación, o si se quiere, respuesta a<br />

preguntas aún no formuladas por el vulgo.<br />

Lo dicho presupone al artista en constante referencia con la naturaleza. por esta referencia<br />

–y sólo por ella– su arte adquiere fuerza y sentido. y con tal referencia logra el artista<br />

resolver los problemas que le plantea la necesaria síntesis <strong>de</strong> sus impresiones. Mas téngase<br />

en cuenta que el proceso artístico no termina con el hallazgo <strong>de</strong> lo que el artista buscaba,<br />

ni con la transformación <strong>de</strong> lo hallado al través <strong>de</strong> su imaginación. La obra <strong>de</strong> arte alcanza<br />

su plenitud en la síntesis, o, para ser más explícitos, en la armonía substancial <strong>de</strong> todos los<br />

valores que la integran.<br />

Cualquiera que sea la ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> un artista –<strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro artista, entiéndase bien–,<br />

hay en él una mayor o menor orientación hacia lo abstracto, no como consecuencia <strong>de</strong> una<br />

arbitraria concepción <strong>de</strong> las formas, sino como resultado <strong>de</strong> un meticuloso proceso <strong>de</strong> abstracción<br />

<strong>de</strong> lo visto y sentido. y no nos referimos a los llamados artistas abstractos, según la<br />

concepción mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong>l concepto, sino a aquellos que, como Cézanne, han comprendido<br />

que el exceso <strong>de</strong> formalismo crea una relación con la naturaleza que, casi siempre, termina<br />

en humil<strong>de</strong> renuncia o servil entrega. Lo que interesa al artista es captar el alma, recoger el<br />

espíritu <strong>de</strong> lo observado; pero sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> tener presente que si convierte en abstractos todos<br />

los elementos referidos <strong>de</strong> una obra no habrá hecho nada, no habrá creado nada. y no habrá<br />

creado nada porque su obra carecerá <strong>de</strong> interpretación y, por consiguiente, no podrá ser<br />

explicada. Como no podrían ser explicadas una pintura o una escultura que no contuvieran<br />

más sentimiento <strong>de</strong> la naturaleza que el que se encuentra en la naturaleza misma.<br />

Una pintura o una escultura que no puedan ser explicadas en su totalidad no tienen<br />

valor. “Lo que el cuadro significa no lo <strong>de</strong>clara él mismo –nos ha dicho Ortega y Gasset–,<br />

sino que requiere la interpretación, y ésta obliga, para enten<strong>de</strong>r cada pincelada, a referirla<br />

a la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>l pintor”. pero la interpretación <strong>de</strong>be ser total y, por consiguiente, al artista<br />

correspon<strong>de</strong> dotar su obra <strong>de</strong> la armonía <strong>de</strong> valores a que nos hemos referido, sin olvidar<br />

que cada parte <strong>de</strong> una obra lo es <strong>de</strong> un todo y que la parte aislada carece <strong>de</strong> sentido.<br />

ya hemos dicho que <strong>de</strong>l intenso drama <strong>de</strong> la evolución ha surgido espontánea la tradición<br />

y que aquélla es el resultado <strong>de</strong> la lucha entre el formalismo y la representación <strong>de</strong> los<br />

objetos naturales. La evolución la ha <strong>de</strong>cidido esa representación, puesto que la forma <strong>de</strong> los<br />

aspectos naturales ha sido sustituida por el predominio <strong>de</strong> las formas artísticas, estéticas y<br />

estilísticas. Este fenómeno ya no admite discusión. De ahí, pues, que en todo artista mo<strong>de</strong>rno<br />

–y al <strong>de</strong>cir mo<strong>de</strong>rno queremos <strong>de</strong>cir sujeto a los acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la evolución– exista ese fondo<br />

<strong>de</strong> abstracción que hace más artística, positivamente artística, su obra.<br />

Lo que una pintura o una escultura tienen <strong>de</strong> arte es la estilización. El arte no tiene por<br />

objeto la reproducción <strong>de</strong> la realidad. El arte es estilo y –como afirma el propio Ortega y<br />

gasset– <strong>de</strong>srealizar es la tarea <strong>de</strong>l estilo. Sin embargo, sólo con la constante referencia <strong>de</strong>l<br />

artista a la naturaleza pue<strong>de</strong> éste lograr que su forma estilística no aparezca aislada en la<br />

obra <strong>de</strong> su forma material, en cuyo caso no nos interesaría.<br />

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