Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
Abundan, a partir de 1910, las novelas dominicanas que reproducen períodos conflictivos
de la historia contemporánea de la República, hasta llegar al momento crucial de la ocupación
militar extranjera. La serie se inicia con ¡Inexorable!, 260 de Arturo Freites Roque (1879-1914),
se nutre con diversas producciones novelescas de Rafael Damirón, y con Horas de Bohemia,
de Dionisio pieter (n. 1888) y con Los civilizadores, la vigorosa narración de horacio Read (n.
1899), que es también autor de otras novelas de diferente tipo: Venus andrógena, La absurda. 261
Otros autores tienden a pintar la naturaleza tropical, como ocurre con esa especie de “égloga
serrana” Pinares adentro, de pedro María Archambault (1862-1944). Rara es ya la novela
dominicana que no aspira a reflejar el ambiente nacional, empezando por las truculentas
y folletinescas sátiras políticas, propicias a la confusión y al disparate, de Jaime Colson: El
general Babieca y Patricio Flaquenco, además de El cabo Chepe y otras similares.
Otros autores presentan escenas curiosas del medio o plantean problemas sociales: así La
hija die una cualquiera, de Miguel Ángel Jiménez (n. 1901). personajes curiosos y pintorescos
de la vida dominicana son los que nos presentan algunos novelistas como Enrique Aguiar
en Eusebio Sapote, entresacándolos de la realidad. Algunos autores se han limitado a presentar
una pintura de las costumbres de la época: Manuel A. Amiama (n. 1900), en El viaje,
con interesantes cuadros de la vida capitaleña, semejantes a los que inserta en un segundo
libro, que ya no es novela sino manojo de cuentos, Tío Juan y otros cuentos, (1964). Así haím
López penha, autor de Hidalguía, antillada, Senda de revelación y Renacimiento. Algunos han
sido más o menos fecundos al aproximarse a la edad madura, y han comenzado a veces
una novela sobre otra, con escaso intervalo de tiempo, como el malogrado Julio gonzález
herrera; e importa recordar otro autor que también se ha producido abundantemente, y es
Luis henríquez Castillo (n. 1895). prematuramente murió sin haber llegado a producir las
obras que podíamos esperar de su talento otro joven dotado de excelentes cualidades como
escritor: José M. Sanz Lajara (1917-1963), según lo demuestran los libros de ficción narrativa
que llegó a publicar.
En la novela Sueña Pilarín, de Abigaíl Mejía (1895-1940) la acción se trasplanta a un país
extranjero, que la autora conocía por haber vivido allí parte de su juventud, pero en el relato
intervienen además personajes dominicanos.
Ahondando dentro de la tendencia nacionalista que la inspira hoy, la novela dominicana ha
enfocado nuevos campos de observación con la presentación documental y escueta de hondos
problemas sociales: de ello nos da testimonio Cañas y bueyes (1936), donde Francisco Eugenio
Moscoso puello (n. 1885) estudia el proceso de la industria azucarera, desde que principia la tala
de los bosques para convertirlos en campos de caña, hasta que, ya organizada la explotación,
las esperanzas de los primeros tiempos van cediendo el paso a preocupaciones, inquietudes,
y perspectivas de ruina para el colono dominicano. El primer capítulo, descripción del anuncio
e inicio de la tala de los montes, –hecho que llena de lúgubres presagios el espíritu de los
campesinos de la comarca– es una página magistral de profundo sentido trágico. La novela
no mantiene una acción episódica: se compone de cuadros, algunos quizás demasiado fotográficos,
que se suceden y armonizan para dar la sensación coherente del conjunto. El autor
pinta la realidad y deja que los hechos hablen: no plantea ni discute problemas. 262
260 Obras de Arturo Freites Roque: ¡Inexorable!, 1911. Una víctima americana, 1913.
261 Obras de horacio Read: Filtros, 1918; Los civilizadores, 1924; Venus andrógena, 1941; La absurda, 1936.
262 Obras de Moscoso puello: Trabajos del laboratorio biológico de F. Eugenio Moscoso, 1906; Discurso del cinematicismo,
La forma específica, 1907; Cañas y bueyes, 1936; Cartas a Evelina, 1941; Navarijo.
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