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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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pEDRO hENRíqUEz UREñA | ANtOLOgíA<br />

lengua castellana a acomodarse a las nuevas necesida<strong>de</strong>s. Como en esta isla ordinariamente<br />

hacían escala y se formaban o reforzaban las expediciones sucesivas, iban éstas llevando a<br />

cada parte el caudal lingüístico acopiado, que <strong>de</strong>spués seguían aumentando o acomodando<br />

en los nuevos países conquistados. Así se llamó estancia a la granja o cortijo, y estanciero al<br />

que en ella hacía trabajar a los indios (voz que luego ha pasado a significar el que tiene o<br />

guarda una estancia); allí quebrada se hizo sinónimo <strong>de</strong> arroyo; se generalizó el sentido <strong>de</strong><br />

ramada; y se aplicó a los puches o gachas que <strong>de</strong> maíz hacían los indios el nombre <strong>de</strong> mazamorra<br />

con que la gente <strong>de</strong> mar llamaba el potaje hecho <strong>de</strong> pedazos <strong>de</strong> bizcocho hervido en<br />

agua; allí empezó a <strong>de</strong>cirse que los indios o los animales se alzaban, y hablarse <strong>de</strong> culebras<br />

o tigres cebados. 18 Dióse a varias plantas y frutas indígenas el nombre <strong>de</strong> otras españolas en<br />

fuerza <strong>de</strong> alguna semejanza cierta o imaginaria, como al níspero, al plátano, a la ciruela, al<br />

manzanillo; y también se aprendió el nombre común castellano. Muchos términos y formas<br />

que entonces eran corrientes en España y <strong>de</strong>spués han caído en olvido, <strong>de</strong> ahí se extendieron<br />

a otras partes y, gracias al aislamiento, subsisten hoy, ora bien recibidos, ora un poco o<br />

harto <strong>de</strong>sacreditados, por ejemplo abarrajar, aciprés, barrial, brazada, <strong>de</strong>sboronar, <strong>de</strong>smamparar,<br />

liudar, troja, trompezar…<br />

“Ilustran y confirman notablemente este punto las relaciones que <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento<br />

<strong>de</strong> Antioquia, Ancerma y quimbaya extendieron los escribanos que en él acompañaron al<br />

mariscal Jorge Robledo… Ahí vemos que se va aplicando a los objetos naturales, a las armas<br />

y costumbres <strong>de</strong> los indios, el nombre aprendido, o en la Española (ají, arcabuco, batata,<br />

bejuco, bija, cabuya, ceiba, curí, guama, sabana, yuca, barbacoa, guazábara, hamaca, macana) o en<br />

otros puntos…”.<br />

d<br />

El carácter arcaico <strong>de</strong>l vocabulario y <strong>de</strong> la sintaxis en Santo Domingo se muestra <strong>de</strong> modo<br />

claro en el uso <strong>de</strong> expresiones obsoletas u obsolescentes y está en el aire todo <strong>de</strong>l habla, que<br />

se atiene al fondo común tradicional <strong>de</strong>l español. única adición importante es la <strong>de</strong> palabras<br />

indígenas; pero adición ya antigua. Mo<strong>de</strong>rnamente, no sólo falta la corriente viva <strong>de</strong> indigenismos,<br />

como la que existe en México, en la América Central, en las regiones andinas <strong>de</strong><br />

la América <strong>de</strong>l Sur, en el paraguay; no sólo falta la corriente <strong>de</strong> extranjerismos, fuerte en la<br />

Argentina y en el Uruguay: escasean las innovaciones espontáneas que son características <strong>de</strong><br />

Madrid, <strong>de</strong> Sevilla, <strong>de</strong> México, <strong>de</strong> La habana. Don<strong>de</strong> la vida es poco activa, las innovaciones<br />

faltan. Las que corren en Santo Domingo son las pocas que llegan <strong>de</strong> Madrid, a través <strong>de</strong>l<br />

teatro y los libros, o <strong>de</strong> La habana, a través <strong>de</strong> la conversación y <strong>de</strong> las canciones. Existen,<br />

naturalmente, regionalismos, que pue<strong>de</strong>n haber surgido en el propio país o que pertenecen<br />

a toda la zona <strong>de</strong>l Caribe; no me parecen muy abundantes.<br />

hasta hace poco, el sabor castellano <strong>de</strong>l español <strong>de</strong> Santo Domingo tenía, en el habla<br />

culta, peculiar señorío, mezcla <strong>de</strong> gravedad y sencillez. Este señorío no se permitía nunca<br />

el <strong>de</strong>sgarro con que matiza su habla el habitante <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s activas o vivaces, como Madrid,<br />

o, en la zona <strong>de</strong>l Caribe, La habana. No existía la ten<strong>de</strong>ncia vulgarista en el habla,<br />

18 Cuervo cita en nota a Oviedo, Historia, I, p.1431, sobre tiburones cebados. pero en Santo Domingo nunca pudo<br />

<strong>de</strong>cirse "tigre cebado", porque no hay felinos salvajes. El pasaje <strong>de</strong> Oviedo, Historia, I, pág. 183, se refiere a la Tierra<br />

Firme; a ella se refiere también Juan <strong>de</strong> Castellanos, Elegías, 85. Ercilla, Araucana, xII, dice "lebrel cebado". Las Casas,<br />

Historia, libro II, cap. 7, da otro significado a cebarse: "Como el perro vía al cacique con la vara y mucho menearse,<br />

cebábase muchas veces a querer arremeter a él como estaba en <strong>de</strong>sgarrar indios tan bien amaestrado".<br />

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