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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

la materia que, para manipularla, manufacturarla y transformarla, tienen que cumplir con<br />

el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> trabajar, los productos espirituales y mentales se obtengan por quienes tengan<br />

vocación para obtenerlos, cumpliendo con los <strong>de</strong>beres que imponen el trabajo espiritual y<br />

el mental, sin <strong>de</strong>sviarse <strong>de</strong> su vocación, por infructífera, ni buscarla por fructuosa.<br />

Aun eso mismo sería <strong>de</strong>masiado preten<strong>de</strong>r <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una constitución económica como<br />

la <strong>de</strong> la sociedad contemporánea, en la que felizmente rige una ley natural <strong>de</strong> economía, en<br />

la que casi no hay ya vestigios <strong>de</strong> la agremiación y en la que va siendo un hecho la libertad<br />

<strong>de</strong> profesiones. que se viole la ley <strong>de</strong> economía social, que se obste a dos verda<strong>de</strong>ros a<strong>de</strong>lantos,<br />

uno social y otro político, sería insensato pedir: tanto más insensato, cuanto que la<br />

moral, progresiva como es, no pue<strong>de</strong> obstar <strong>de</strong> ningún modo a ningún progreso concreto,<br />

y mucho menos a una ley <strong>de</strong> la naturaleza. Cuando clama contra el abuso <strong>de</strong> las aptitu<strong>de</strong>s,<br />

ni <strong>de</strong>sconoce la posibilidad excepcional <strong>de</strong> que haya individuos, o tan bien dotados, o tan<br />

bien educados, que puedan <strong>de</strong>sempeñar funciones varias según varían sus circunstancias, ni<br />

mucho menos <strong>de</strong>sconoce la capacidad que el <strong>de</strong>ber tiene <strong>de</strong> hacer apto a quien para una dada<br />

profesión no nació apto. De acuerdo con el procedimiento inductivo <strong>de</strong> la ciencia <strong>de</strong> que es<br />

rama, la moral social encuentra establecido aun un hecho, el falseamiento <strong>de</strong> las vocaciones<br />

y el universal <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s individuales, no en el sentido y dirección <strong>de</strong> su<br />

objeto propio, sino en el <strong>de</strong> intereses preconcebidos, y <strong>de</strong>clara que es un mal. Del hecho se<br />

eleva a su motivo, y viendo que es la inmoral ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la familia y <strong>de</strong>l individuo a usar<br />

<strong>de</strong> las ventajas sociales, no tanto en provecho común <strong>de</strong> la sociedad, <strong>de</strong> la familia y <strong>de</strong>l individuo<br />

cuanto en provecho exclusivo <strong>de</strong>l individuo y la familia, afirma que el remedio <strong>de</strong><br />

ese mal y la curación <strong>de</strong> esa inmoralidad está en el or<strong>de</strong>n natural <strong>de</strong> las cosas; que el or<strong>de</strong>n<br />

natural <strong>de</strong> las cosas es que cultiven con profundo respeto las vocaciones naturales; que esas<br />

vocaciones se distribuyan normalmente según la distribución natural <strong>de</strong>l trabajo social; que<br />

así se regulan las competencias, se esfuerzan las aptitu<strong>de</strong>s, se acelera el <strong>de</strong>sarrollo o a<strong>de</strong>lanto<br />

o progreso <strong>de</strong> las profesiones y <strong>de</strong> los fines <strong>de</strong> vida social a que se refieren, y que así se<br />

armonizan y equilibran, en cuanto es posible producir ese equilibrio y armonía, lo que se<br />

llama progreso material y lo que es <strong>de</strong>sarrollo moral <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s.<br />

CAPÍTULO XXVII<br />

La moral y la escuela<br />

Las profesiones espirituales, como po<strong>de</strong>mos llamar a las que más directamente se relacionan<br />

con el gobierno o dirección espiritual <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s, son las peor <strong>de</strong>sempeñadas. La<br />

razón es obvia: reclaman una vocación más <strong>de</strong>cidida y una noción y cumplimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber<br />

mucho más austeros que cualesquiera otras funciones, y es claro que si la moral con<strong>de</strong>na<br />

el <strong>de</strong>scarrío general <strong>de</strong> vocaciones que caracteriza el período industrial <strong>de</strong> la civilización,<br />

cuanto mayor sea la trascen<strong>de</strong>ncia social <strong>de</strong> la profesión, tanto mayor será su responsabilidad<br />

en el mal que se con<strong>de</strong>na.<br />

Se compren<strong>de</strong> que el labriego no sepa qué es una entidad social <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n; se explica<br />

que el obrero ignore su importancia social; se concibe la ignorancia en que viven <strong>de</strong> la trascen<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> sus funciones sociales los mil agentes <strong>de</strong>l trabajo industrial: la sociedad <strong>de</strong> hoy está<br />

fundada sobre la sociedad <strong>de</strong> ayer, y la sociedad <strong>de</strong> ayer, ignorando la igualdad natural <strong>de</strong> los<br />

servicios, ignoraba la igualdad social <strong>de</strong> los méritos. Pero que el maestro no sepa a punto fijo el<br />

papel que <strong>de</strong>sempeña; que el cura <strong>de</strong> almas y el <strong>de</strong> cuerpos estén casi siempre por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />

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