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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO I
Sirena tropical dominicana;
águila audaz al éter ascendida,
en su vuelo caudal de muerte herida
por mano aleve y por traición villana…
¿qué de tu gloria fue, mustia heredera
del infortunio y genio peregrino
que te robó a la bruma de ígnea zona?
¡Con tu sangre aplacar la saña fiera
de vencedor sin lucha es tu destino,
y a quien vil te engañó, ceñir corona! 176
Otro soneto de igual título escribió en esa misma época su esposa, Encarnación Echavarría
Vilaseca de del Monte (1821-1890), que gustaba de hacer versos, pero siempre rehuyó la
publicidad. Su indignación la movió a interrogar a la patria con esta temeraria pregunta:
¿por qué no te tragó la mar bravía
que besa humilde tu envidiado suelo
cuando tu enseña augusta, sin recelo,
de la victoria el viento sacudía?
Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875), amigo íntimo de Del Monte y compañero suyo
de vicisitudes políticas, escribió dos odas intituladas A mi patria y otra Al 27 de Febrero de
1859, en las cuales predomina el tono alentador y optimista:
¡patria de tantos ínclitos,
valientes adalides!
Forzoso es que ya olvides
tus días de humillación. 177
Otras composiciones patrióticas de Nicolás Ureña reflejan las melancolías del exilio:
Noche de difuntos pasada en el destierro, Recuerdos de la patria, Recuerdo de un proscrito y el soneto
El arpa del proscrito, en contestación a la poesía de igual título que le dedicó Del Monte. he
ahí, pues, otra forma que asume la poesía patriótica, a veces con resonancias políticas, en
aquella época en que las agitaciones y alternativas de la vida pública obligaban a muchos
dominicanos a emprender el camino de la expatriación: la poesía del destierro.
Al igual que Del Monte y Ureña, otros poetas, tanto entre sus contemporáneos como
entre los de la generación subsiguiente, llevaron a la poesía los quejumbrosos lamentos del
desterrado. Así Manuel de Jesús de peña y Reinoso (1834-1915), que “desde apartadas orillas”
piensa con angustia en que acaso no podrá volver nunca al suelo natal:
¡tal vez nunca, tal vez nunca!
¡pues quiere la suerte esquiva
176Del Monte sólo llegó a publicar un folleto: el poema Las vírgenes de Galindo, escrito en 1860 e impreso en
1885, 52 pp.
177De Ureña sólo se ha publicado una edición mimeográfica con diez composiciones, en 1933.
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