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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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EUgENIO MARíA DE hOStOS | MORAL SOCIAL<br />

<strong>de</strong> la ley, ya sea una or<strong>de</strong>nanza municipal, ya un precepto <strong>de</strong>l gobierno provincial, ya una<br />

ley nacional, ya una suprema ley <strong>de</strong> la civilización. tanto da obe<strong>de</strong>cer en cada uno <strong>de</strong> estos<br />

casos a la ley <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> esos grupos, como obe<strong>de</strong>cer en el hogar a la ley <strong>de</strong> la familia.<br />

Mas como no es precisamente el sentimiento <strong>de</strong> sumisión <strong>de</strong>l hijo a los padres lo que hace<br />

que la voluntad <strong>de</strong>l individuo ceda a la ley <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más grupos sociales, es conveniente<br />

buscar y encontrar un nombre más apropiado para cada uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres que, <strong>de</strong>rivados<br />

<strong>de</strong> esta segunda relación, tiene el individuo con cada uno <strong>de</strong> los grupos.<br />

por eso, como el obe<strong>de</strong>cer a una or<strong>de</strong>nanza municipal es someterse voluntaria y concienzudamente<br />

a una imposición legítima <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong>l municipio, con el fin <strong>de</strong> establecer,<br />

mejorar y completar el or<strong>de</strong>n vecinal, llamamos <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> sumisión al <strong>de</strong> gratitud que<br />

tenemos para con la sociedad municipal, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual obtenemos beneficios que sin<br />

ella no tendríamos, y a la cual no es obligatorio recompensar con nuestro reconocimiento,<br />

sometiéndonos <strong>de</strong> buen grado a sus mandatos.<br />

también es acto <strong>de</strong> obediencia el cumplir los preceptos que la sociedad provincial nos<br />

dé por medio <strong>de</strong> su legítimo gobierno; mas para caracterizar mejor el <strong>de</strong>ber que tenemos <strong>de</strong><br />

adherirnos a nuestro gobierno provincial, <strong>de</strong>nominamos <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> adhesión al conjunto <strong>de</strong><br />

actos <strong>de</strong> obediencia que hacemos para cumplir con la sociedad provincial, con su gobierno<br />

y con nuestros comprovincianos.<br />

Actos <strong>de</strong> obediencia son también los que hacemos <strong>de</strong> continuo en la vida nacional cada<br />

vez que sus po<strong>de</strong>res legítimos nos imponen legislativa, ejecutiva y judicialmente alguna ley,<br />

algún <strong>de</strong>creto, alguna sentencia. Como todos esos actos <strong>de</strong> obediencia son actos <strong>de</strong> acatamiento<br />

a la ley, que es la expresión <strong>de</strong> la voluntad nacional, es perfectamente natural que el<br />

<strong>de</strong>ber <strong>de</strong> obediencia tome en este grupo el nombre <strong>de</strong> acatamiento a la ley.<br />

Como, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las mencionadas, hay leyes naturales o no escritas, y entre éstas, la<br />

que se impone con más fuerza es la que po<strong>de</strong>mos llamar ley <strong>de</strong> civilización, acatar esta ley<br />

no escrita es un estricto <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> moral social, porque el acatamiento a esa ley es el modo<br />

mejor <strong>de</strong> concurrir a la concordia y armonía <strong>de</strong> los pueblos entre sí.<br />

Ahora bien, acatar esta ley <strong>de</strong> civilización no es más, en resumidas cuentas, que obe<strong>de</strong>cer<br />

al precepto <strong>de</strong> la naturaleza que ha dado por <strong>de</strong>stino a cada hombre el cumplimiento <strong>de</strong><br />

sus fines individuales y que ha hecho estribar ese <strong>de</strong>stino impuesto a la sociedad general y<br />

a la especie humana.<br />

CAPÍTULO XV<br />

Por qué no se da su nombre a los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>rivados<br />

<strong>de</strong> la relación <strong>de</strong> utilidad<br />

En la relación <strong>de</strong> utilidad, prescindimos <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber genérico que <strong>de</strong> ella hemos<br />

<strong>de</strong>rivado, para <strong>de</strong>nominar con nombres particulares todos y cada uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres<br />

especiales que correspon<strong>de</strong>n a cada grupo social.<br />

La razón que tenemos para proce<strong>de</strong>r así, y no dar el nombre <strong>de</strong> <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> utilidad, al que<br />

según esta relación compela al individuo en el grupo <strong>de</strong> la familia, es más una concesión<br />

que una razón.<br />

Como que, a primera vista, el elevar la utilidad a la categoría <strong>de</strong> <strong>de</strong>ber es una cosa tan<br />

fuera <strong>de</strong>l uso, por más racional y positiva que sea, tenemos que apresurarnos a <strong>de</strong>mostrar<br />

que los <strong>de</strong>beres relacionados con la noción <strong>de</strong> utilidad, no sólo son reales y positivos, sino<br />

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