Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

FEDERICO gARCíA gODOy
Su personalidad literaria
La dedicación de Federico garcía godoy a las letras, dedicación más grande aun que
la de don Federico henríquez y Carvajal, que ha sido ante todo un guía generoso para la
juventud y un propagador de civismo, es un caso insólito en un medio continuamente agitado
por las discordias civiles, en donde no han existido ni podían en buena lógica existir
culturas organizadas.
toda la producción literaria de la República Dominicana se distingue, como la de otros
países americanos donde el clima político se ha encontrado sujeto a condiciones similares,
por su carácter ligero y fragmentario. Las dramáticas vicisitudes por las cuales ha pasado
el país, unidas a su aislamiento y a su impresionante pobreza, no han favorecido las labores
intelectuales que requieren meditación o estudio, sino solamente aquellas que, como
la poesía o el cuento, son más bien creaciones imaginativas y espontáneas que crecen con
vigor dondequiera que hay hombres de inteligencia fértil y de sensibilidad caudalosa: de
aquí que la cultura nacional, obra casi en su totalidad de improvisadores y de repentistas
sensitivos, haya sido siempre una planta de germinación esporádica y vida transitoria. Una
de las pocas excepciones a esa regla fue garcía godoy: el gran escritor trabaja abnegadamente
en su gabinete, durante más de cuarenta años, mientras el país se consume en el fuego de
la discordia civil como una vela en su llama.
Sus rasgos distintivos
Lo más importante en la labor literaria de garcía godoy, y lo más digno de vivir en la
considerable masa de sus escritos, no son sus páginas críticas, entre las cuales hay algunas
verdaderamente notables, sino sus novelas de carácter histórico, primeras obras de su género
compuestas en el país y no superadas hasta hoy por escritores nacionales.
De todo cuanto escribió como crítico, en efecto, es muy poco lo que perdura, sea a causa
de la excesiva tolerancia que le dictó siempre sus juicios, o sea porque en ninguna de sus
exégesis procedió como un verdadero investigador literario. Es verdad que el infatigable
escritor fue por espacio de más de medio siglo el hombre en quien la juventud dominicana
halló aplauso y estímulo: su crítica paternal, nunca empañada por una sombra de recelo
o por un sentimiento de envidia, alentó muchas esperanzas, y puso en el buen camino a
numerosas vocaciones; pero le faltó, sin duda, haber sabido imitar a tiempo el ejemplo de
quintiliano, que después de consagrarse, durante más de veinte años, a instruir a la niñez
romana, supo retirarse a escribir, ya en el crepúsculo de su carrera, el único libro en que
sobrevive su enseñanza: las Instituciones Oratorias.
pero así como son de efímeras sus críticas, la mayor parte consagradas a libros y autores
de poca cuenta, son de perdurables las tres novelas en que intentó poner en acción varios
de los episodios más importantes y más característicos de la historia dominicana. Ninguno
de esos ensayos de novela histórica puede reputarse como una construcción acabada: en el
más popular de ellos, en el que se titula Rufinito, hay muchas cosas buenas al lado de otras
censurables, y si entre las primeras llaman agradablemente la atención la energía con que
el autor dibuja y caracteriza al héroe de ese episodio trágico, así como la exactitud con que
describe el momento histórico en que se desenvuelve la intriga, entre las segundas se destaca
125