Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

MANUEL VALLDEpERES | EL ARtE DE NUEStRO tIEMpO
de ser trascendental y, por consiguiente, influyente. Y sin esa influencia, de cuyos principios
se alimentan los pueblos para llegar a la finalidad de sus existencias, la creación artística no
logra su incorporación a lo eterno: pierde su perennidad.
Vinculaciones actuales con El Greco
I
De Domenico theotocópuli, El greco, nos dicen los eruditos que nació en la isla de Creta
entre los años 1545 y 1550, sin que para ello posean indicio alguno de cuál fue su pueblo
natal ni de quiénes fueron sus ascendientes. Los documentos nos dicen, en cambio, que “el
7 de abril de 1614 murió Domenico greco abintestato”. En los registros de la parroquia de
San bartolomé, de toledo, léese además: “Fue enterrado en Santo Domingo el Antiguo”. y
por Jusepe Martínez, autor de un singular Discurso sobre el arte, sabemos que El greco dejó,
al morir, “por toda riqueza, doscientos cuadros manchados”.
Desconocíase entonces el verdadero valor de su obra, la grandiosidad de su arte. Se
afirmaba, desde mucho antes de que El Greco dejara “la flor de su vida sobrenatural” en su
Pentecostés, que era un hombre de genio que había perdido la razón. y, sin embargo, cuán
lejos estaba todo aquello de la realidad… pero no es su vida, harto simple, lo que nos proponemos
estudiar someramente, sino las vinculaciones del arte actual con la maravillosa
pintura de Domenico theotocópuli.
La verdad es que su temperamento no se manifiesta plenamente hasta que descubre los
secretos de toledo, que él convierte, en virtud de su genio, en secretos de su arte. por eso hay
que buscar la intimidad hispana –la sugerente intimidad hispana de fines del siglo XVI y
principios del xVII– en la sorprendente intimidad del arte del greco. Es más: El greco no se
encuentra a sí mismo hasta que se pone en contacto con la vida y como dice barres, comienza
a pintar a los nobles de Castilla. El estilo, la manera que tanto había de influir en la pintura
de tres siglos después, no la encuentra El greco hasta que con El martirio de San Mauricio y sus
compañeros traduce de manera sorprendente las palpitaciones de la vida del alma.
Claro que su temperamento y su formación lo mantienen estrechamente unido a las
tradiciones bizantinas y que su paleta, en la que predominan el blanco y el negro, es la de
los artistas de aquella época, pero la dota de vigor, de vida, de pasión. Sus concepciones,
hasta cierto punto subjetivas, van más allá de la simple realidad y pueden ser tenidas por
la primera manifestación poemática de una mística pictórica estrechamente vinculada al
arte actual. basta analizar detalladamente y con profundidad, hasta desentrañar todos sus
secretos, esta inmensa obra que el mundo conoce por el Entierro del conde de Orgaz.
que El greco no era un loco lo demuestra su obra de pintor, de escultor y de teórico del
arte. pintaba de acuerdo con unos preceptos que escribió amorosamente y que la fatalidad
ha querido que desapareciesen sin ser divulgados. Sin embargo, tales preceptos toman forma
material en su estilo para repercutir, a manera de revolución, sobre las tradiciones pictóricas.
pero esta revolución estuvo latente en su obra hasta que se le redescubrió, hasta que Cossío
lo sacó del olvido en España, Lafond y barres en Francia y Meier-graefe en Alemania.
El greco tenía de su arte una idea elevadísima, lo que constituye una prueba fehaciente de que
trabajaba con plena conciencia de un propósito. Retocaba sus pinturas varias veces y procuraba
hallar la expresión directa, evitando las redondeces. había concebido un tema, con su mística
alucinante y sugerente, y no se daba por satisfecho hasta lograr lo que pretendía. ¿Era un loco
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