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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO I<br />

Los jóvenes amantes <strong>de</strong>l estudio y <strong>de</strong> la buena lectura que acompañaron a Duarte en los<br />

trabajos <strong>de</strong> La Trinitaria eran, en su mayoría, dados a escribir, si bien, más que la literatura,<br />

les preocupó siempre la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as políticas. Entre ellos hubo versificadores, periodistas,<br />

oradores y publicistas <strong>de</strong> algún mérito, y lo que es más, a ese grupo perteneció un<br />

notable escritor y poeta: Félix María <strong>de</strong>l Monte.<br />

Los trinitarios más significados no pasan <strong>de</strong> veinte. Habitualmente se cuentan, <strong>de</strong><br />

acuerdo con una lista reconstruida por José María Serra, nueve fundadores, incluyendo a<br />

Duarte; y a esos nueve se agregan otros nombres <strong>de</strong> iniciados <strong>de</strong> la primera hora, facilitados<br />

por Duarte y sus hermanos y por Juan Nepomuceno Ravelo y Félix María Ruíz. La<br />

lista completa es la siguiente: Juan pablo Duarte y Díez (1813-1876), Juan Nepomuceno<br />

Ravelo <strong>de</strong> los Reyes (1815-1885), benito gonzález y Jiménez (1811-1883), Felipe Alfau y<br />

bustamante (1818-1878), Juan Isidro pérez <strong>de</strong> la paz (1817-1868), Félix María Ruíz (1815-<br />

1891), Jacinto <strong>de</strong> la Concha (1819-1886), pedro Alejandrino pina (1820-1870), José María<br />

Serra (1819-1888), Vicente Celestino Duarte y Díez (1802?-1865?), Francisco <strong>de</strong>l Rosario<br />

Sánchez (1817-1861), Ramón Matías Mella y Castillo (1816-1864), Juan Nepomuceno tejera<br />

y tejeda (1809-1883), tomás <strong>de</strong> la Concha (1814-1855), Epifanio billini y Mota (1821-1891),<br />

pedro Antonio bobea (1814-1872), presbítero José Antonio bonilla y torres (1770-1855),<br />

pedro pablo bonilla (1807-1881?), presbítero pedro Carrasco y Capeller (1807-1859) y Félix<br />

María <strong>de</strong>l Monte (1819-1899). Cada trinitario tenía un nombre secreto que sólo conocían<br />

sus compañeros: Duarte era Arísti<strong>de</strong>s, Ravelo era Temístocles, Alfau era Simón, gonzález<br />

era Leónidas.<br />

En la dirección <strong>de</strong>l movimiento revolucionario sobresalieron, hasta el punto <strong>de</strong> formar<br />

con Duarte una trilogía inseparable ante la historia, Francisco <strong>de</strong>l Rosario Sánchez y Ramón<br />

Mella, glorificados por el heroísmo y la abnegación; pero no <strong>de</strong>be consi<strong>de</strong>rárseles solamente<br />

como hombres <strong>de</strong> acción: fueron también hombres <strong>de</strong> pensamiento.<br />

Francisco <strong>de</strong>l Rosario Sánchez poseía inteligencia privilegiada. por su palabra fácil y emotiva<br />

se distinguió como <strong>de</strong>fensor público, capaz <strong>de</strong> conmover y convencer. Su sensibilidad poética,<br />

aunque no sabemos si alguna vez llegó a expresarse en verso, se traducía muchas veces en<br />

imágenes <strong>de</strong>licadas y oportunas. Así, cuando Duarte se encontraba en Curazao, a don<strong>de</strong> hubo<br />

<strong>de</strong> trasladarse ocultamente para escapar a la persecución activa <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s haitianas,<br />

Sánchez le envía una carta, que Vicente Celestino Duarte firmó también, diciéndole que trate<br />

<strong>de</strong> conseguir armamento y pertrechos “así sea a costa <strong>de</strong> una estrella <strong>de</strong>l cielo”. Muchos años<br />

más tar<strong>de</strong>, proclamada la anexión a España, Sánchez <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> entrar por la frontera haitiana en<br />

el territorio dominicano para protestar con las armas en la mano contra ese hecho, y lanza al<br />

pueblo dominicano un manifiesto memorable, en el cual se <strong>de</strong>stacan estos párrafos llenos <strong>de</strong><br />

sencilla y conmovedora elocuencia: “he pisado el territorio <strong>de</strong> la República entrando por haití,<br />

porque no podía entrar por otra parte, exigiéndolo así, a<strong>de</strong>más, la buena combinación, y porque<br />

estoy persuadido que esta República, con quien ayer, cuando era imperio, combatíamos por<br />

nuestra nacionalidad, está hoy tan empeñada como nosotros porque la conservemos, merced<br />

a la política <strong>de</strong> un gabinete republicano, sabio y justo”.<br />

“Mas, si la maledicencia buscare pretexto para mancillar mi conducta, respon<strong>de</strong>réis a<br />

cualquier cargo, diciendo en alta voz, aunque sin jactancia, que yo soy la ban<strong>de</strong>ra nacional”.<br />

y termina con esta exhortación viril a sus compatriotas:<br />

“probad al mundo que hacéis parte <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> esos pueblos indómitos y guerreros que<br />

admiten la civilización por las costumbres, por las palabras y por la i<strong>de</strong>a, pero que prefieren la<br />

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