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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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EUgENIO MARíA DE hOStOS | pÁgINAS DOMINICANAS<br />

Lo que pue<strong>de</strong>n dar por su espontánea gracia, ya lo dan. Así <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 300 metros <strong>de</strong> elevación,<br />

empieza la zona forestal <strong>de</strong> los pinos, que contiene pinares ilimitados, y ejemplares <strong>de</strong><br />

coníferas que avergüenzan a los países <strong>de</strong> la zona templada.<br />

Cuando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el seno <strong>de</strong> esos pinares, en plena zona templada por el clima y los productos,<br />

se tien<strong>de</strong> la vista hacia las llanuras y se las ve pobladas <strong>de</strong> palmeras, cocotales, pinares,<br />

ceibales, caobales y otros cien tipos próceres <strong>de</strong>l trópico enseñoreándose en un mundo <strong>de</strong><br />

cafetales y cañaverales, se duda <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong> aquella conjunción <strong>de</strong> climas y productos<br />

tan distintos, y se duda también <strong>de</strong> la racionalidad <strong>de</strong>l hombre, que, en cuatro siglos <strong>de</strong><br />

posesión <strong>de</strong> tanto bien, sólo en hacer mal los ha empleado.<br />

porque si ha habido tierra consagrada por el hombre al mal, es la <strong>de</strong> esas tierras venturosas,<br />

y especialmente aquella a quien la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia ha <strong>de</strong>vuelto una <strong>de</strong> las venturas <strong>de</strong><br />

que el hombre, aunque también lo ha intentado, no ha podido <strong>de</strong>spojarla.<br />

La isla estaba poblada cuando la <strong>de</strong>scubrió Colón por una población tan numerosa, que<br />

sus historiadores la hacen pasar <strong>de</strong> dos millones <strong>de</strong> habitantes, aunque generalmente se supone<br />

que sería <strong>de</strong> un millón. De esa muchedumbre, los trabajos, los contagios, la emigración<br />

y el horror a los conquistadores no <strong>de</strong>jaron en quince años, herrera dice que en seis, más<br />

que unos cien mil. tal vez herrera tenga razón, porque Ovando, el gobernador con quien<br />

subrepticiamente sustituyó Fernando el Católico a Colón, tenía que hacer plagiar <strong>de</strong> las islas<br />

yucayas o Lucayas los 40,000 hombres <strong>de</strong> trabajo, y mitad con quienes llenó el cómputo que<br />

parece le impusieron, y Ovando llegó a la isla a los seis años <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubierta.<br />

Lo patente es que, a principios <strong>de</strong>l siglo xVI, cuando Diego Colón consiguió temporalmente<br />

la <strong>de</strong>volución <strong>de</strong> los bienes, títulos, prerrogativas y dominios que por las capitulaciones<br />

<strong>de</strong> su padre con los reyes <strong>de</strong> Aragón y Castilla le tocaban, y fue <strong>de</strong> virrey a la Española, el<br />

alzamiento <strong>de</strong>l último <strong>de</strong> los lucayos, el nobilísimo guarocuya, hubiera podido <strong>de</strong>volver la<br />

libertad a los indígenas, si hubiera habido indígenas; pero ya no quedaban sino unos cuantos<br />

centenares <strong>de</strong> familias al ce<strong>de</strong>r Enriquillo o guarocuya.<br />

Aún antes <strong>de</strong> consumarse el mal <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spoblación, se había consumado el <strong>de</strong> las guerras<br />

civiles entre los conquistadores; tres hubo en los cuatro primeros años <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento.<br />

Después vino la lucha con los filibusteros, con razón empeñados en utilizar para la<br />

agricultura y el comercio la fértil tierra que sus poseedores mantenían <strong>de</strong>spoblada e improductiva,<br />

lucha en la cual concluyeron los aventureros <strong>de</strong> mar por apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> todo<br />

el occi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la isla, que pusieron bajo el patrocinio <strong>de</strong> Francia, hasta que un tratado la<br />

convirtió en colonia francesa.<br />

No bien aposentados en su conquista los filibusteros, sobrevino la lucha realmente<br />

portentosa <strong>de</strong> los negros <strong>de</strong> haití, encabezados por toussaint Louverture, y la lucha <strong>de</strong> los<br />

dominicanos con los franceses, con objeto <strong>de</strong> volver a la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> España.<br />

Apenas conseguido este extraño objeto, el primero <strong>de</strong> los dominicanos, el que primero<br />

personificó la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y la república, realizó sin lucha la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y sentó la confe<strong>de</strong>ración<br />

<strong>de</strong> la Gran Colombia, ya artificial, pero gloriosamente concluida por Bolívar.<br />

Mas apenas Núñez <strong>de</strong> Cáceres hubo obtenido su propósito, cuando los negros ya in<strong>de</strong>pendientes<br />

<strong>de</strong> la parte occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> la isla, se abalanzaron sobre lo que ellos llaman todavía<br />

“la parte <strong>de</strong> l'Est”, y sorprendiéndola <strong>de</strong>sprevenida e inerme, la sojuzgaron.<br />

Veintidós años bajo el yugo habían pasado los dominicanos cuando, por fin, un gran<br />

patriota, Duarte, y dos gran<strong>de</strong>s discípulos suyos, Sánchez y Mella, arrebataron <strong>de</strong> las garras<br />

<strong>de</strong>l haitiano la presa que habían <strong>de</strong>sgarrado, <strong>de</strong>sangrado y <strong>de</strong>sorganizado.<br />

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