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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

contra la envidia, ambas <strong>de</strong> 1635, está patente el recuerdo <strong>de</strong> América en la mención frecuente<br />

<strong>de</strong> frutos y objetos, antillanos en su mayoría. Los trabajos <strong>de</strong> la misión mercedaria <strong>de</strong> que<br />

formó parte en Santo Domingo fueron narrados por él en su Historia <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la Merced.<br />

En Deleitar aprovechando, publicado en 1625, da otras referencias sobre su permanencia en<br />

la isla y sobre un certamen poético que allí se celebró en honra <strong>de</strong> Nuestra Señora <strong>de</strong> las<br />

Merce<strong>de</strong>s.<br />

Valbuena (o balbuena, según solía firmar) nació en España, pero fue a residir muy<br />

niño aún en México, don<strong>de</strong> se educó. toda su producción poética revela dón<strong>de</strong> se formó<br />

su espíritu. Aunque El Bernardo es su obra <strong>de</strong> mayor aliento, resulta más interesante<br />

su breve poema <strong>de</strong>scriptivo La gran<strong>de</strong>za mexicana, don<strong>de</strong> por primera vez encontramos<br />

en la poesía española el sentimiento <strong>de</strong> la vida americana. Valbuena estuvo en la isla<br />

Española <strong>de</strong> 1621 a 1623, año en que fue a tomar posesión <strong>de</strong>l obispado <strong>de</strong> puerto Rico,<br />

para el cual había sido presentado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1619. tomó parte en un Concilio provincial<br />

que se celebró en Santo Domingo en 1622 por iniciativa <strong>de</strong>l arzobispo Fray pedro <strong>de</strong><br />

Oviedo. 63<br />

Hasta ese momento, Santo Domingo fue un centro <strong>de</strong> actividad intelectual, al cual afluían<br />

personalida<strong>de</strong>s sobresalientes en las letras y las ciencias, así como en la jurispru<strong>de</strong>ncia. Siguió<br />

siéndolo todavía durante algún tiempo, pero ya se había iniciado el período <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> la colonia, que cada día veía disminuidas sus antiguas prerrogativas.<br />

III. Primeras manifestaciones literarias <strong>de</strong> los nativos <strong>de</strong> la isla<br />

En su mayoría, los hombres ilustrados que afluían a la ciudad <strong>de</strong> Santo Domingo, asiento<br />

<strong>de</strong> la primera Audiencia, <strong>de</strong>l primer arzobispado, <strong>de</strong> los primeros conventos y <strong>de</strong> la primera<br />

Universidad <strong>de</strong>l Nuevo Mundo, mantenían comercio con las letras, ya que el hábito <strong>de</strong> escribir<br />

tuvo carácter general y colectivo en la España <strong>de</strong> aquel tiempo. 64 A<strong>de</strong>más, hubo entre<br />

ellos, según ya hemos visto, algunos escritores y poetas auténticos.<br />

No es <strong>de</strong> extrañar, por ello, que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l ambiente que <strong>de</strong> esa suerte se creó en la colonia,<br />

floreciera también, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> temprano, la afición literaria <strong>de</strong> los nativos. Naturalmente, hija<br />

<strong>de</strong> la influencia europea fue esa afición literaria, sobre la cual ningún ascendiente tuvieron<br />

las rudimentarias manifestaciones artísticas <strong>de</strong> los indígenas. De tales manifestaciones no<br />

po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que ha llegado hasta nosotros más que una muy incompleta i<strong>de</strong>a, trasmitida<br />

por Las Casas, por Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Oviedo y por algún otro <strong>de</strong> los españoles que estuvieron<br />

en la isla al principio <strong>de</strong> la colonización. 65<br />

ya al comenzar la segunda mitad <strong>de</strong>l siglo xVI, la ilustración y la capacidad <strong>de</strong> los nativos<br />

arrancan a Juan <strong>de</strong> Castellanos encendidos elogios:<br />

63 V. El Concilio Dominicano <strong>de</strong> 1622. Sanctiones Concilii Dominicani, con una introducción histórica <strong>de</strong> Fray Cipriano<br />

<strong>de</strong> Utrera, Ciudad trujillo, 1940.<br />

64 pedro henríquez Ureña apunta, en consonancia con Rafael Altamira: “Cuál más, cuál menos, todos escriben:<br />

la literatura es fenómeno verda<strong>de</strong>ramente colectivo, –dice Altamira–, en que participa la mayoría <strong>de</strong> la nación”. (La<br />

Cultura y las letras coloniales en Santo Domingo. p.11).<br />

65 por Las Casas y Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Oviedo sabemos que los indios <strong>de</strong> la Española tenían música rudimentaria y<br />

armonizaban el canto con la danza para formar lo que llamaban areítos. pero ni la música ni la letra <strong>de</strong> ningún areíto<br />

han podido conservarse. Se cita en ocasiones el llamado <strong>de</strong> Areíto <strong>de</strong> Anacaona, inventado, según Emile Nau explica<br />

(Histoire <strong>de</strong>s caciques <strong>de</strong> l’Ile d’Haiti, parís, 1854), en la corte <strong>de</strong>l rey haitiano Enrique Cristóbal, ya empezado el siglo<br />

xIx, con una letra arbitraria que no tiene ninguna palabra conocida <strong>de</strong>l lenguaje taíno, acompañada por una melodía<br />

vulgar <strong>de</strong> tipo europeo. Julio Arzeno, en su libro Los Quisqueyanos (esquema <strong>de</strong>l drama e historia <strong>de</strong> la raza, Santiago,<br />

1925), hace especial mención <strong>de</strong> los areítos y bailes <strong>de</strong> los indígenas <strong>de</strong> la isla.<br />

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