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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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EMILIO RODRígUEz DEMORIzI | MúSICA y bAILE EN SANtO DOMINgO<br />

Rondé, rondé,<br />

rondé batalla;<br />

rondé, rondé<br />

y bueno que baila.<br />

Seña polonia Coicoveo<br />

tiene un rámpano en un <strong>de</strong>o,<br />

si no se le hubiá curao<br />

se le pasa al otro <strong>de</strong>o.<br />

Inbitemola a bailai<br />

para beila coicobiai.<br />

La muchacha <strong>de</strong> Juan gome<br />

son bonita y bailan bien;<br />

pero tienen un <strong>de</strong>feto:<br />

que se ríen <strong>de</strong> to ei que ben.<br />

La muchacha <strong>de</strong> Sosúa<br />

son bonita y bailan bien;<br />

pero tienen una faita<br />

que repingan como ei buey.<br />

pero ninguna <strong>de</strong> esas composiciones, ingenuas o maliciosas, expresa tan bien y tan bellamente<br />

cómo están los encantos <strong>de</strong>l baile cuando se goza <strong>de</strong> una buena pareja:<br />

Me guta bailai con Lola<br />

poique Lola baila bueno;<br />

Lola se <strong>de</strong>ja llevai<br />

como caña pal ingenio<br />

10 dic. 1945.<br />

COMENTARIO<br />

Bendita Alegría <strong>de</strong>l Pueblo*<br />

Emilio Rodríguez Demorizi publica hoy un <strong>de</strong>licioso artículo en la página quinta <strong>de</strong> La Nación<br />

sobre La pasión <strong>de</strong>l baile en nuestro país. Revelador y sugerente es este trabajo <strong>de</strong>l acucioso Director<br />

<strong>de</strong>l Archivo general <strong>de</strong> la Nación. Citas en prosa y en verso ilustran al lector sobre cosas <strong>de</strong>sconocidas<br />

u olvidadas, y abren una ventana hacia el <strong>de</strong>nsamente brumoso pasado colonial nuestro, <strong>de</strong>l cual<br />

casi sólo se tienen noticias <strong>de</strong> la vida administrativa, y muy pocas <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l pueblo.<br />

¡Con que fuimos alegres! Da gusto reconocer en este trabajo <strong>de</strong> Demorizi cómo nuestro sufrido<br />

pueblo se empeñó en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la alegría (pequeña florecilla en la gran tragedia <strong>de</strong> su historia) por<br />

encima <strong>de</strong> toda adversidad. La estructura monástica <strong>de</strong> nuestra organización política y administrativa<br />

<strong>de</strong> los primeros siglos, aherrojaba la alegría <strong>de</strong>l pueblo, pero el pueblo <strong>de</strong>fendía esa alegría hasta<br />

don<strong>de</strong> le era posible. ¡No faltaría más! Sufridos como ningún pueblo colonial en esa época. Abandonados<br />

a su suerte en medio <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s luchas, ¿cómo no alegrarnos aunque los que manejaban<br />

nuestros negocios espirituales y administrativos hicieran mohines?<br />

El pueblo soportaba todas las cargas, el pueblo iba a la guerra para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el territorio, el pueblo<br />

era el rebaño que los religiosos apacentaban para el Señor. El pueblo sentía en el fondo <strong>de</strong> su alma<br />

que podía divertirse, y se divertía.<br />

Y nadie podría <strong>de</strong>cir hoy qué hizo más por nuestro espíritu y qué afirmó mejor nuestra existencia<br />

y <strong>de</strong>finió nuestras características, si la rígida reglamentación <strong>de</strong> la vida o esas manifestaciones,<br />

*La Opinión, S. D., 10 dic. 1945.<br />

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