Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
Lo que las jóvenes generaciones de Europa y América buscan en la figura no es la representación
externa, más o menos deformada, sino los abismos metafísicos de la existencia.
Aunque todo arte deforma la expresión natural del ser, el subjetivismo actual considera la
existencia bajo una concepción metafísica. buscar el nuevo sentimiento cósmico y entregarlo
al hombre como un mensaje augural es su función básica; pero para llegar a este resultado
pasa por la experiencia de una concepción formal que podríamos considerar depuradora.
Los intentos nuevos no son perífrasis metafísicas, sino el arte de revelar lo que de inenarrable
hay en las profundidades del ser, buscando el sentimiento nuevo de la vida. Esta
tendencia obliga, naturalmente, a una exaltación conceptual que sólo puede manifestarse
en formas abreviadas y deformadas, ya que parte de una visión especulativa generada en
el éxtasis. y el éxtasis no tiene relación con lo natural.
Este procedimiento, que ahora tiende a generalizarse, tiene un antecedente: Kubin. pero
Kubin no ve la vida sino como misterio sordo de lo inenarrable, mientras que las jóvenes
generaciones de pintores intentan revelar el misterio. Kubin se limita a captar lo externo, en
su gracia o su dolor, en su ingenuidad o su picardía. Los pintores subjetivos actuales buscan
lo mismo, pero intentan descubrirlo en el alma.
Algunos artistas jóvenes han extremado tanto la nota, han acentuado tanto la deformación
de los contornos, que el resultado de su obra ha sido de una oscuridad totalmente negativa,
pues el artista no puede olvidar, por subjetivo que pretenda ser, que donde la experiencia se
torna en suplicio, la forma se torna necesariamente en mueca, según una observación muy
objetiva de hausenstein. La deformación es obediencia a una necesidad de la expresión;
pero cuando no hay correspondencia entre las distintas experiencias, cuando los elementos
no se relacionan entre sí para acentuar el contenido emocional o el poder de transmisión del
cuadro, lo que se obtiene es la tortura del sujeto, sin resultado artístico alguno.
La nueva tendencia figural se orienta, como toda la pintura moderna, hacia un misticismo
que será, sin duda, una fuente de nuevo vigor. El pasado –la tradición pictórica que desembocó
en el futurismo y que ahora es mera relación– no pudo trazar las sendas de la nueva
espiritualidad porque fue dejando por el camino la realidad palpitante y con ella la vitalidad.
Comprendiéndolo así, los artistas jóvenes se mueven en una zona en la que todo es vigor y
grito. Algunos ya han demostrado –nos referimos a los maestros– que el misticismo nuevo es
una fuerza nueva. Lo importante, en tales circunstancias, es que cada quien diga lo que tenga
por decir y que lo haga en la forma más enérgica. Como lo hicieron Miguel Ángel, El greco,
Velázquez, Van gogh, gauguin, Cézanne y otros en su tiempo, como lo han hecho Matisse,
picasso y Orozco en el suyo. Vivimos en una época de transición que no admite términos
medios. El mundo pertenece a los audaces, cuando la audacia es inteligencia y amor.
III
En arte no cabe el término medio. O se es artista o se es artesano, aunque artesanía y
arte se confundan con frecuencia. El arte verdadero es una conjunción de espíritu y técnica
–aspecto que analizaremos luego– y sin esta conjunción creadora no hay obra artística. La
naturalidad no puede ser presentada como criterio de arte, ya que hacerlo significa tanto
como desconocer su esencia.
Los pintores que poseen la suficiente fantasía –memoria asociativa– para inventar seres
y cosas, que siendo imaginadas aparecen en la obra como naturales, se limitan a realizar una
labor técnica. La noción de la forma artística no ha sido captada por ellos en su profundidad
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