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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

como punto central y <strong>de</strong> enlace a Santo Domingo. Algunos datos esenciales reunió sobre<br />

esa tradición Francisco <strong>de</strong> la Fuente Ruíz, en Letras y Ciencias. De ella da también un breve<br />

trasunto Enrique Aguiar en su novela Eusebio Sapote; y <strong>de</strong> la ejecución <strong>de</strong>l Tapado habla, con<br />

base documental, el escritor mexicano <strong>Arte</strong>mio <strong>de</strong> Valle Arizpe en su Libro <strong>de</strong> estampas (1934).<br />

Nadie, sin embargo, ha puesto en or<strong>de</strong>n los elementos dispersos <strong>de</strong>l suceso más novelesco<br />

<strong>de</strong> todas nuestras tradiciones coloniales.<br />

Algunas tradiciones sueltas se <strong>de</strong>ben a la pluma <strong>de</strong> Manuel <strong>de</strong> Jesús troncoso <strong>de</strong> la<br />

Concha (n. 1878), cuya memoria era asombroso archivo <strong>de</strong> la vida dominicana: El secreto <strong>de</strong><br />

Catatey, Un ahoijado <strong>de</strong>l Santísimo, El misterio <strong>de</strong> don Marcelino. Igualmente ha hecho un acucioso<br />

estudio histórico sobre las tradiciones relativas a La Virgen <strong>de</strong> las Merce<strong>de</strong>s y los dominicanos.<br />

troncoso <strong>de</strong> la Concha es también autor <strong>de</strong> un Anecdotario dominicano <strong>de</strong> tiempos pasados que<br />

empezó a publicar en La Nación con el seudónimo <strong>de</strong> Juan buscón, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

hecho entrega <strong>de</strong> la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República: es otra forma breve y sintética <strong>de</strong> la tradición,<br />

que a veces retrata un carácter al recordar una frase ingeniosa o un gesto oportuno.<br />

Al mismo género anecdótico pertenecen dos libros don<strong>de</strong> se narran algunas agu<strong>de</strong>zas <strong>de</strong>l<br />

terrible mandatario que se llamó Ulises heureaux: Cosas <strong>de</strong> Lilís (1919) <strong>de</strong> Víctor Manuel <strong>de</strong><br />

Castro (1895-1957) Otras cosas <strong>de</strong> Lilís (1921) <strong>de</strong> gustavo E. bergés bordas (1895-1925). Otros<br />

escritores, entre ellos Miguel Ángel Monclús, –que a<strong>de</strong>más escribió un breve volumen <strong>de</strong><br />

Escenas criollas, un examen sobre El caudillismo en la República Dominicana y unos Apuntes <strong>de</strong><br />

Haití– han recogido nuevas anécdotas <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte heureaux. 263<br />

Junto con la tradición pudo y <strong>de</strong>bió haber florecido el cuento, que en el acervo <strong>de</strong> la<br />

anécdota popular podía haber encontrado una rica veta por explorar. El más antiguo <strong>de</strong> los<br />

cuentos que se <strong>de</strong>ben a la pluma <strong>de</strong> un escritor dominicano es la breve narración indigenista<br />

<strong>de</strong> Alejandro Angulo guridi, Los amores <strong>de</strong> dos indios (1843), mencionada ya como la más<br />

remota muestra <strong>de</strong>l género narrativo en prosa <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la literatura dominicana. pero si<br />

se exceptúa a los hermanos Angulo guridi, hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong> Engracia y<br />

Antoñita (1892) difícilmente podríamos encontrar algún cuento o relato <strong>de</strong> autor dominicano,<br />

pues la evolución <strong>de</strong>l cuento en nuestra literatura fue más lenta que la <strong>de</strong> la novela. Engracia<br />

y Antoñita inicia, importa <strong>de</strong>cirlo, una nueva etapa en las letras dominicanas. posteriores<br />

a esa novela son los primeros ensayos que se hicieron en prosa para llevar a la literatura<br />

algunas escenas típicas <strong>de</strong>l ambiente nacional. Esos primeros ensayos, que preparaban el<br />

advenimiento <strong>de</strong>l cuento criollo, se <strong>de</strong>bieron, en más <strong>de</strong> un caso, a escritores <strong>de</strong> nombradía<br />

menor: así Luis Arturo bermú<strong>de</strong>z, que en 1895 publicó en la revista Prosa y verso, que había<br />

fundado asociándose a Rafael Deligne, sabrosas anécdotas <strong>de</strong> Tomás Carite, a las que puso<br />

por título Las cosas <strong>de</strong> Seño Tomás, <strong>de</strong>sentrañándolas <strong>de</strong>l folklore nacional y conservando las<br />

agu<strong>de</strong>zas y fantásticas ocurrencias y aventuras <strong>de</strong> aquel tipo popular con mucho <strong>de</strong> andaluz.<br />

Así también Carlota Salado <strong>de</strong> peña, cuyo sencillo cuadrito <strong>de</strong> galanteo rural, La primera<br />

<strong>de</strong>rrota, fue muy celebrado cuando se publicó en 1896, por su fi<strong>de</strong>lidad en la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong><br />

los hábitos <strong>de</strong>l campesino dominicano.<br />

En cambio, Fabio Fiallo, el primer escritor a quien los lectores dominicanos otorgaron<br />

el dictado <strong>de</strong> cuentista, no puso empeño alguno en reproducir la vida y las costumbres <strong>de</strong>l<br />

país. por regla general, los cuentos <strong>de</strong> Fabio Fiallo no tienen escenario <strong>de</strong>terminado y pue<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>sarrollarse en cualquier parte. La producción <strong>de</strong> Fiallo como cuentista se inició en 1894,<br />

263 Obras <strong>de</strong> Víctor M. <strong>de</strong> Castro (1871-1924): Del ostracismo, 1906; Cosas <strong>de</strong> Lilís, 1919.<br />

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