Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
La música ya pujando
con to ese va y biene,
dicen que tú no combiene
y que pronto no dirán:
de lo de la maica Rúan
¿Maichantico uté no tiene?
Encoideón yo te haré bei
que aunque me tienen en poco,
en todo tono yo toco
lo que tú no pué jasei.
En mi tierra yo he de sei
la música suidadana,
y ei día que me dé la gana
no dirán má en lo adelante,
¿uté no tiene maichante
Encoidione de campana?
Sin embargo, el cuatro sigue y seguirá por largos años en olvido profundo. Mientras
tanto el acordeón usurpador e intruso reina en nuestras cumbanchas y también en nuestras
fiestas aristocráticas. ¡Y qué difícil desarraigarlo de la tierra dominicana! En la fiesta
campesina el acordeón habla y canta y llora, para los enamorados. Lo dice la agreste y
tierna canción:
Oye, oye mi vidita
lo que dice el encoideón,
que de aquí a poi la mañana,
que de aquí a poi la mañana,
tuyo e mi corazón…
De nuestras antiguas orquestas
No obstante la afición a la música de que siempre dieron muestra los dominicanos del pasado,
en Santo Domingo no hubo orquestas organizadas, para funciones profanas, sino ya en
tiempos de la España boba, salvo las Capillas de Música de la Santa Iglesia Catedral y de otras
iglesias importantes.
En 1812, durante las solemnidades de julio del juramento y publicación de la Constitución
de Cádiz, había por lo menos dos orquestas en Santo Domingo, como lo recuerda la reseña de
las fiestas: La noche se pasó en músicas y cánticos alegres alusivos a las circunstancias… y una
orquesta competía a intervalos con otra que había en los corredores de las casas capitulares…
No sólo en la capital de la Colonia, sino también en pueblos de escasa importancia, como el
Cotuí, se contó entonces con músicos que amenizaran las importantes ceremonias de la Constitución:
la orquesta vegana de Vicente Suárez, –tocaba violín– formada por ese instrumento,
mandolina, cuatro, tiple, tambora y güiro.
también en los primeros tiempos de la República había orquestas de cuerda, como la que
dirigía en Santiago el padre de los violinistas Vicente y Felipe Jáquez, quien tocaba el cuatro con
admirable maestría.
554