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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO II
de su pluma, sobre Política positiva, que vieron la luz en El Teléfono, periódico adicto al régimen
de heureaux. Esos artículos de elevada doctrina y sensato patriotismo, que tácitamente
revelaban una repulsa a la situación política imperante, le dieron extenso renombre. Al año
siguiente, al sobrevenir, con la muerte de heureaux, el cambio de régimen, Castillo fue
electo diputado. Fundó entonces, con Alberto Arredondo Miura, El Nuevo Régimen, donde
se significó por su oposición al gobierno liberal de Jimenes. En 1902 figuró como Secretario
de Correos y telégrafos en el segundo gobierno provisional de horacio Vásquez. Años
más tarde ingresó en la judicatura, separado ya de la política activa, y fue presidente de la
Suprema Corte de Justicia. Nunca recogió en forma de libro sus escritos. trabajó durante
algunos años en una obra sobre Las Constituciones de la República Dominicana, que dejó concluida
pero no llegó a publicar.
A pesar de que la prensa estaba amordazada en la época de heureaux, nuevos periódicos,
que frecuentemente tenían vida efímera, seguían apareciendo, no sólo en la capital,
sino también en provincias. ya que no al comentario político, dedicábanse a la información
y a los asuntos de interés general, cuando no a la literatura. Los Franco bidó constituían
una familia de periodistas que dieron vida a diversas publicaciones en Santiago: en 1888, El
Santiagués, dirigido por Ulises Franco bidó, que en 1891 lanzó el diario El Día en unión de
Augusto Franco bidó (1875-1927); de 1901 a 1906, la revista El Álbum, dirigida por Amado
Franco bidó, autor del libro Páginas sencillas (1927). De esa familia de periodistas, el que
mejor se dio a conocer fue Augusto Franco bidó, que empezó por escribir divagaciones y
reflexiones en prosa poética, entre las que se cuentan Orfandad e Ideal. Después cultivó, más
que el cuento, la anécdota popular de sabor criollo (1857-1927). En 1906 fue Secretario de
Justicia e Instrucción en el gobierno del presidente Cáceres.
también en Santiago sostuvo pedro María Archambault durante cinco años (1892-1897)
el diario La Prensa. En San pedro de Macorís, Luis Arturo bermúdez fundó y dirigió El Cable
(1892-1898), periódico bien redactado y de interesante lectura. bermúdez fue también,
con Rafael Deligne, director de la revista Prosa y Verso, que vio la luz en la misma ciudad
(1894-1895).
Abundaban también las publicaciones literarias de la gente joven, que se veía en la imposibilidad
de manifestar su repulsa al régimen de heureaux: en la capital, reproduciendo
el título de una hoja que en 1884 publicaron algunos alumnos de la Escuela Normal, apareció
diez años después El Volteriano, redactado por Arístides Fiallo Cabral y Eduardo Matos
Franco; y para la misma época publicaron en puerto plata los jóvenes profesores Ramón
Álvarez blanco y José María Rodríguez Arrezón, la revista El Estudio, en la cual colaboraron
algunos puertoplateños ilustrados de la generación anterior, entre ellos Fidelio Despradel
(1865-1925), que escribió para esa revista un breve ensayo sobre Rubén Darío, con motivo
de haber circulado la falsa noticia de la muerte del gran poeta nicaragüense.
pero esas publicaciones y otras semejantes tuvieron vida precaria. Contra la política
de heureaux libró campañas la pluma de Miguel Ángel garrido (1867-1908), perseguido
y encarcelado más de una vez. Obligado al silencio en vista de esas circunstancias, buscó
refugio en el periodismo literario y fundó en 1898 la Revista Ilustrada, una de las mejores con
que han contado las letras dominicanas. gustaba de escribir páginas literarias miniaturistas
en prosa poética y musical. pecaba, a veces, por el empleo arbitrario de palabras sonoras sin
tener en cuenta su legítimo sentido. De este defecto se resienten no pocos trechos de su libro
Siluetas, colección de semblanzas de dominicanos ilustres, de cuyos rasgos fundamentales
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