Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
Ovando en 1502, allí se hizo sacerdote, cantó en la ciudad de Concepción de La Vega su
primera misa en 1510 (primera “misa nueva” que se dijo en el Nuevo Mundo), y en 1522
ingresó en la Orden de los dominicos.
Los encomenderos, irritados por las acusaciones de Montesinos, encontraron apoyo en el
tesorero real, Miguel de Pasamonte, hombre docto y de influencia en la corte. 17 Fray Alonso
de Espinar, superior de los franciscanos, partió rumbo a España con cartas de pasamonte
para el Rey y para Lope de Conchillos, secretario del Consejo Real, encaminadas a obtener
que cesara la campaña de los dominicos. Montesinos también acudió a la corte para sostener
la razón que le asistía, y logró ser oído por el monarca. Uniósele después Fray pedro
de Córdoba, y a las gestiones que ambos realizaron se debieron las primeras disposiciones
de la corona encaminadas a aliviar la condición de los indios. Más tarde, como fruto de esa
misma campaña, fue creado el Consejo de Indias.
La causa de los encomenderos tuvo un defensor de palabra cálida y argumentación atrevida
en el provisor de la Catedral de Santo Domingo, doctor Carlos de Aragón, predicador de
nombradía que intentó destruir con argucias doctrinales los alegatos de Montesinos y de sus
compañeros, e impugnó algunos postulados de Santo tomás de Aquino. “perdone el señor
Santo tomás, que en esto no supo lo que dijo”, exclamó una vez desde el púlpito. ¡Nunca tal
cosa hubiera declarado el Padre Aragón! Los dominicos fijaron conclusiones públicas, que
sostuvieron en su iglesia, contra los conceptos vertidos por el audaz contradictor de Santo
Tomás. Denunciado Aragón ante el tribunal del Santo Oficio, fue enviado a la península,
juzgado con severidad y condenado no sólo a desdecirse y a no ejercer más el ministerio de
la predicación, sino además a reclusión perpetua en un monasterio. 18
pero el debate se prolongó largo tiempo. Las Casas asumió con ardor la defensa de
los aborígenes, de cuyas miserias y necesidades fue el incansable portavoz. Aunque su
movilidad era grande y lo mismo se le veía en Cuba, o en la América Central, o en España,
puede decirse que hasta 1531 la Española fue el centro de sus actividades. En el Convento
Dominico de puerto plata comenzó a escribir en 1527 su Apologética Historia de las Indias, 19
cuyos primeros veinte capítulos están consagrados a la isla, a la cual se refiere también en su
Historia de las Indias, que abarca desde 1492 hasta 1520, y quedó terminada en 1561. también
en puerto plata escribió Las Casas su larga Carta al Presidente y señores del Consejo de Indias
sobre las angustias y miserias que los infieles de aquellas tierras padecían, fechada el 20 de enero
de 1531. Después de un nuevo viaje a la América Central, donde permaneció algún tiempo,
fue otra vez a España, con el carácter de comisionado del obispo de guatemala, en busca de
misioneros para aquella diócesis y en solicitud de protección para la raza aborigen. Regresó
a América en 1544, investido con el cargo de obispo de Chiapa, no sin haber conseguido que
la corona dictara nuevas ordenanzas en favor de los indios. Con él venían unos cincuenta
frailes dominicos, o sea “una compañía tan grande de religiosos cual nunca había salido
para las Indias”; y en verdad que la expedición, que salió de San Lúcar de barrameda el
diez de julio y llegó a Santo Domingo el nueve de septiembre, era imponente: la componían
17De pasamonte, tesorero de la isla de 1508 a 1526, año de su muerte, hay algunas cartas cuya lectura resulta
interesante. (Colección de Documentos Inéditos. . . del Archivo de Indias, t. I, y del xxI al xxxVI). Según Carlos M. trelles
(Ensayo de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII, con un apéndice sobre bibliografía dominicana, Matanzas, 1907),
existe un manuscrito de pasamonte con unas Relaciones sobre la Isla Española.
18El padre Aragón, de esclarecido linaje, estaba en la isla desde antes de 1512. Era doctor en teología de la Universidad
de parís.
19por primera vez fue publicada completa en el t. xIII de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1909.
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