10.05.2013 Views

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

EUgENIO MARíA DE hOStOS | MORAL SOCIAL<br />

inmoralidad industrial. Dolencias gravísimas, que en el curso regular <strong>de</strong> la existencia no se<br />

manifestaban sino <strong>de</strong> un modo excepcional, muertes entre dolores atroces, envenenamientos<br />

súbitos o lentos, son las consecuencias notorias y notadas <strong>de</strong> esa proterva industria;<br />

y, sin embargo, los pueblos y sus gobiernos no se creen solidarios <strong>de</strong> esos crímenes que<br />

tienen todos los caracteres <strong>de</strong>l crimen atroz, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la premeditación hasta la esperanza <strong>de</strong><br />

la impunidad. Las dos formas que ha tomado la guerra económica en nuestros días, son<br />

igualmente abominables; pero si alguna <strong>de</strong> las dos hubiera <strong>de</strong> ser más mal<strong>de</strong>cida, todas<br />

las maldiciones <strong>de</strong> la moral caerían sobre la innoble lucha que se hacen los Estados para<br />

asegurarse el prevalecimiento <strong>de</strong> sus productos y entorpecer o extirpar el consumo <strong>de</strong> los<br />

productos rivales. Las consecuencias morales <strong>de</strong> ese proteccionismo son inmediatas: las<br />

unas, se refieren al <strong>de</strong>scuido y a la falta <strong>de</strong> emulación para el mejoramiento <strong>de</strong>l producto<br />

privilegiado; las otras, se refieren a los esfuerzos contra la ley que regula la necesidad mal<br />

satisfecha por la producción privilegiada.<br />

La primera serie <strong>de</strong> consecuencias trascien<strong>de</strong> a los hábitos y virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l trabajador y<br />

<strong>de</strong>l capitalista, en primer lugar, y en segundo lugar, a la dignidad <strong>de</strong> la nación. trascien<strong>de</strong><br />

a hábitos y virtu<strong>de</strong>s industriales, porque altera o paraliza los esfuerzos <strong>de</strong> buena fe para<br />

el aumento y mejora, para el fomento y perfección <strong>de</strong> la industria. trascien<strong>de</strong> a la honra<br />

nacional, porque a no ser distinta también <strong>de</strong> la naturaleza individual la nacional, no pue<strong>de</strong><br />

haber nación que consi<strong>de</strong>re honrado proce<strong>de</strong>r el <strong>de</strong> imponer a mercados menesterosos,<br />

aislados o abandonados, los productos que se sabe son inferiores a aquellos con los cuales<br />

no se atreven a competir en el suelo nacional.<br />

Nada pue<strong>de</strong> haber más grave para un pueblo que la mengua <strong>de</strong> su honra ante los otros<br />

pueblos; pero como, en cierto modo, la conciencia universal forma la nacional y hasta la<br />

individual, las naciones que protegen sus industrias aun sabiendo y por saber que son<br />

inferiores, para imponerlas al comercio nacional, al colonial y al extranjero, pue<strong>de</strong>n seguir<br />

teniéndose por honradas. Lo que no pue<strong>de</strong>n es evitar el daño que a sí mismas se hacen con<br />

su indiferencia moral, y por eso son más graves las consecuencias <strong>de</strong> la segunda que las <strong>de</strong><br />

la primera serie, originada por el inmoral propósito <strong>de</strong> favorecer las industrias nacionales<br />

a costa <strong>de</strong> las extranjeras.<br />

Entre las consecuencias <strong>de</strong> esa segunda serie, la más importante, por los crímenes<br />

contra la ley y contra las personas a que da nacimiento, es el contrabando. En la actualidad<br />

no hay un solo país <strong>de</strong> la tierra civilizada, ni uno solo, sin exceptuar a la semilibrecambista<br />

Inglaterra, en don<strong>de</strong>, sobre la infamia <strong>de</strong> la industria <strong>de</strong> falsificación, no incumbe<br />

la verda<strong>de</strong>ra industria <strong>de</strong>l contrabandista. y dicho sea sin reparo en nombre <strong>de</strong> la misma<br />

moral que con<strong>de</strong>na el torcimiento <strong>de</strong> la industria hacia fines tan innobles como los que<br />

hoy la dirigen: entre el contrabando, que rehúye el cumplimiento <strong>de</strong> leyes que violentan<br />

el or<strong>de</strong>n económico y los Estados que persiguen a los que tratan <strong>de</strong> restablecer, aunque<br />

inmoralmente, las bases <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n trastornado, más moral es el contrabando que el<br />

Estado que lo hace necesario.<br />

y si se piensa que el contrabando engendra al contrabandista, que el contrabandista es<br />

el instrumento <strong>de</strong>l comerciante, que el comerciante utiliza impunemente los beneficios que<br />

le hace el contrabandista, y que éste se pone fuera <strong>de</strong> la ley y es un enemigo <strong>de</strong>l Estado, que<br />

el Estado persigue con agentes organizados y disciplinados para ese solo fin, produciendo<br />

sus luchas con los enemigos <strong>de</strong>l Fisco una guerra sangrienta y sanguinaria que en algunos<br />

Estados, España por ejemplo, dan a la estadística <strong>de</strong> los crímenes y las <strong>de</strong>sgracias nacionales<br />

919

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!