Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

LIMINAR
No se comprende una Francia ni aun la más científica, ni aun la más industrial,
sin un arte que la corone de flores. herriot.
Como en todo estudio de este género la investigación histórica ha de ser lo primero,
basta, sin otras pretensiones, aportar aquí materiales para la esperada elaboración de una
docta historia de las Artes plásticas en Santo Domingo, que colme este gran vacío de la
bibliografía dominicana. 1
La crítica negativa, pues, poco quehacer tendrá en este libro, que no es más que una
exposición histórica que sirva de humilde auxilio a los maestros y a la vez lleve a los desdeñosos
de lo pasado la convicción de que lo moderno apenas vale o no vale sino cuando
adquiere la categoría de antiguo, esa pátina ilustre que cubre las cosas eternas. En materia
de arte, en todo, es irritante el petulante desprecio de lo antiguo, a veces de lo recién pasado
de moda. En sus Claves íntimas de la crítica de arte, gaya ñuño reitera con redoblada
firmeza su creencia en el postulado de que tratar de comentar y valorar el arte actual sin
conocer profundamente todo arte anterior es tarea destinada al más inútil de los fracasos,
y agrega: “historiar el arte antiguo desconociendo el nuevo y novísimo no lleva sino a una
entomología o mineralogía de lo consagrado, no ya odiosa, sino absolutamente criminal.
tan descomedido es explicar la obra de Manet sin referirse a Velázquez, como comentar a
éste prescindiendo de Manet… toda una turbamulta de críticos de arte ha nacido a la nueva
profesión partiendo del surrealismo o de la abstracción, sin que les importase un ochavo
toda la creación artística desplegada durante siglos por todo el planeta…”. 2
Nuestra pintura moderna no puede existir aislada, sin el noble entroncamiento con la
que le antecede. Esa necesidad, ese deber, lo explica Roberto Montenegro al dedicarle a la
pintura mexicana del ciclo 1800-1860 un estudio como homenaje “a esa pintura mexicana
que une los comienzos de la cultura pictórica, en las decoraciones murales de los conventos
del siglo xVI, con nuestra pintura contemporánea”. 3
La historia de toda disciplina, de toda actividad humana, arte o ciencia, las armas, la
industria, el comercio, crea cierta responsabilidad en los que las practican y asimismo despierta
poderosos estímulos. Saber que detrás de cada uno de nosotros está la historia con
sus cien ojos de Argos, ante lo grande o lo mezquino, obliga a todo espíritu a dar de sí sus
mejores vivencias, a trepar febrilmente hacia las augustas cimas de la perfección.
Donde no haya una historia de las Artes, el artista estará como hijo ignorante de las
glorias de sus antepasados, que no renueva en ellas sus propias glorias, ni de ellas recibe el
necesario ímpetu de la superación.
1 Esta obra es, en primer término, una contribución a la historia de la cultura, dominicana. pero es, también, la
obra de un espectador. De algo vale la apreciación de un profano, porque la obra de arte no es sólo para deleite y juicio
de los doctos. quizás valga más la interpretación de un óleo a través de un espíritu en su estado natural que a través
de un espíritu corrompido por la técnica, por el desdén y la animosidad que surgen del choque de los partidarios de
uno y otro estilo. Nada menos que Leonardo, en su Tratado de la pintura, hizo esta afirmación: “No hay que rehusar,
ciertamente, el juicio de nadie mientras pintamos; sabemos que cada cual posee, sin ser pintor, la noción de las formas
humanas y podrá juzgar con acierto la bondad de una figura”.
Los puntos de contacto de nuestros artistas con los maestros extraños no sean tomados como pretenciosas comparaciones,
sino como iluminadoras referencias. En todo ha de suponerse que “se guardan las debidas proporciones”.
que a veces conviene cerrar las puertas a la crítica pueril.
2 Juan Antonio gaya ñuño, en Cuadernos hispanoamericanos, Madrid, n.º 125, mayo, 1960.
3 Roberto Montenegro, Pintura mexicana, 1300-1860, México, 1933.
581