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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO V - CATOLICISMO Y LA REGLA DE LA FE 109inmediatos de Cristo. Nada puede estar más claro en el Nuevo Testamento que niSilas ni Timoteo, ni ninguna otra persona, es jamás designada como el igual oficialde los doce Apóstoles. Estos constituyen una clase por sí rnismos. Destacan en elNuevo Testamento como en toda la historia de la Iglesia como los autorizadosfundadores de la Iglesia Cristiana, sin parangón ni colegas.Entonces, si el apostolado, por su naturaleza y designio, era intransmisible; sihay esta evidencia decisiva de la Escritura y de la historia de que no ha sidoperpetuado, entonces toda la teoría romanista acerca de la Iglesia se desmorona.Esta teoría se basa en la suposición de que los prelados son apóstoles, investidoscon la misma autoridad para enseñar y gobemar que los originales mensajeros deCristo. Si esta suposición resulta infundada, entonces se debe abandonar todapretensión de la infalibilidad de la Iglesia. Porque no se pretende que es la masa delpueblo la que es infalible, ni el sacerdocio, sino sólo el episcopado. Y los obispossólo son infalibles sobre la suposición de que son apóstoles, en el sentido oficialdel término. Y esta no lo son con toda certeza. La Iglesia puede hacer sacerdotes,obispos y hasta papas. Pero sólo Cristo puede hacer un Apóstol. Porque un Apóstolera un hombre dotado de conocimiento sobrenatural, y con un poder sobrenatural.E. La infalibilidad, basada sobreuna falsa interpretación de la promesa de Cristo.El tercer argumento contra la infalibilidad de la Iglesia es que Cristo nuncaprometió preservarla de todo error. Lo que aquí se significa es que Cristo nuncaprometió a la verdadera Iglesia, esto es, a «la compañia de verdaderos creyentes»,que no errarían en doctrina. Prometió que no apostatarían fatalmente de la verdad.Prometió que concedería a sus verdaderos discípulos tal medida de conduccióndivina por su Espíritu que conocerían lo suficiente para ser salvos. Además,prometió que Él llamaría a hombres ai ministerio, dándoles la capacidad necesariade maestros fieles, como lo eran los presbíteros que los Apóstoles ordenaban encàda ciudad. Pero no hay promesa de infalibilidad ni para la Iglesia como un todo,ni para ninguna clase de hombres en la Iglesia. Cristo prometió santificar a supueblo; pero no se trataba de una promesa de hacerlos perfectamente santos en estavida. Prometió darles gozo y paz en creer; pero no era una promesa de hacerlosperfectamente felices en esta vida, que no fueran a padecer pruebas y dolores.Entonces, ¿Por qué iba a ser la promesa de la enseñanza una promesa deinfalibilidad? Así como la Iglesia ha pasado a través del mundo bañada en lágrimasy sangre, así ha pasado ensuciada de pecado y errar. Es igual de manifiesto que noha sido nunca infalible que nunca ha sido perfectamente santa. Cristo no prometióni lo uno ni lo otro.

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