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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO V - EL ESTADO ORIGINAL DEL HOMBRE 499observar que Adán conocía a Dios, cuyo conocimiento es vida eterna. Elconocimiento, naturalmente, difiere en cuanto a sus objetos. El conocimiento deverdades meramente especulativas, lo mismo que el de la ciencia y de la historia,es un mero acto del entendimiento; el conocimiento de lo hermoso involucra elejercicio de nuestra naturaleza estética; el de las verdades morales, el ejercicio denuestra naturaleza moral; y el conocimiento de Dios, el ejercicio de nuestranaturaleza moral y religiosa. El hombre natural, dice el Apóstol, no recibe las cosasdel Espíritu, ni puede conocerlas. Lo que se afirma de Adán es que, al salir de lasmanos de su Hacedor, su mente estaba impregnada de este conocimiento espiritualo divino.Todo lo que se ha dicho acerca del estado original del hombre está implicadoen el relato de la creación, que declara que fue hecho semejante a Dios; y que fuepronunciado bueno, bueno en gran manera. ...§4. El dominio sobre las criaturas.El tercer punto que entra en la dignidad del estado original del hombre, y en laimagen de Dios con la que fue investido, era su dominio sobre las criaturas. Éstesurgió de los poderes de que estaba investido, y de la expresa designación de Dios.Dios le constituyó gobernante sobre la tierra. Le puso, como dice el Salmista, todobajo sus pies en 1 Corintios 11:7 el Apóstol dice que el hombre es la imagen ygloria de Dios, pero que la mujer es la gloria del hombre. Esto lo da como razónpor la que el hombre no debería hacer nada que implicara la negación de suderecho a gobernar. Por ello, era como gobernante que llevaba la imagen de Dios,o que le representaba sobre la tierra. No es fácil determinar cuál sea la extensióndel dominio dado al hombre, o al que estuviera destinada nuestra raza. A juzgar porel relato dado en Génesis, o incluso por el lenguaje más enérgico que se emplea enel Salmo octavo, deberíamos concluir que esta autoridad debía extenderse sólosobre los animales inferiores pertenecientes a esta tierra. Pero el Apóstol, en suexposición de las palabras del Salmista, nos enseña que era mucho más lo que seexpresaba. Dice él en I Co 15:27: «Y cuando dice que todas las cosas han sidosometidas a él, claramente se exceptúa aquel que sometió a él todas las cosas». Yen He 2:8, dice: «Porque en cuanto le sometió todas las cosas, nada dejó que noesté sometido a él». Por ello, era un dominio absolutamente universal, por lo querespecta a las criaturas, con el que debía ser investido el hombre. Este dominiouniversal, como aprendemos por las Escrituras, ha sido alcanzado sólo por laencarnación y exaltación del Hijo de Dios. Pero por cuanto Dios ve el final desdeel principio, como su plan es inmutable y lo abarca todo, esta suprema exaltaciónde la humanidad estaba propuesta desde el principio, e incluida en el dominio conel que el hombre fue investido.

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