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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO IX - LIBRE ALBEDRÍO 671no está determinado para actuar por nada fuera de él mismo, sino por sus propiasposturas, convicciones, inclinaciones, sentimientos y disposiciones, de manera quesus acciones son los verdaderos productos del hombre, y representan o revelan demanera real la que él es. Los más profundos de los lutores modernos admiten queésta es la verdadera teoria de la libertad; pero algunos de ellos, como por ejemploMüller, en su elaborada obra acerca del «Pecado», mantienen que a fin de que elhombre sea hecho justamente responsable por sus acciones que quedan asídeterminados por su estado o carácter internos, que este estado tiene que ser élmismo auto-producido. Esta doctrina ya ha sido suficientemente tratada alconsiderar el pecado original. Sin embargo, se puede observar aquí, para concluirnuestra presente discusión, que el principio supuesto es contrario al común juiciode los hombres. Este juicio es que las disposiciones y sentimientos que constituyenel carácter derivan su moralidad o inmoralidad por su naturaleza, y no por suorigen. La malignidad es un mal, y el amor es un bien, tanto si es concreado comosi es innato, o adquirido o infundido. Puede que sea difícil conciliar la doctrina delas disposiciones malas innatas con la justicia y la bondad de Dios, pero ésta es unadificuItad que no pertenece a esta cuestión. Un ser maligno es un ser malo, si estádotado de razón, tanto si fue hecho así como si nació asi. Y un ser racionalbenevolente es bueno en el juicio universal de los hombres, tanto si fue así creado,o si nació así. Admitimos que es repugnante a nuestros juicios morales el conceptode que Dios fuera a crear un ser malo; o que cualquier ser nazca en estado depecado, a no ser que el hecho de que nazca así sea la consecuencia de un justojuicio. Pero esto no tiene nada que ver con la cuestión de si las disposicionesmorales no deben su carácter a su naturaleza. El juicio común de los hombres esque sí la deben a ella. Si un hombre es realmente humilde, benevolente y santo, asíes considerado, con independencia de toda indagación acerca de cómo llegó a serasi.Una segunda observación acerca del principio enunciado más arriba es que nosólo está opuesto al juicio común de los hombres, sino que es también contrario ala fe de toda la Iglesia Cristiana. Confiamos que este lenguaje no será atribuido aun espíritu de autoconfianza o de dogmatismo. No reconocemos ninguna normamás elevada de verdad, aparte de la infalible palabra de Dios, que las enseñanzasdel Espíritu Santo como se revelan en la fe del pueblo de Dios. Está fuera de todadiscusión que es la doctrina de la Iglesia universal que Adán fue creado recto; quesu carácter moral no fue auto-adquirido. No es menos la doctrina de la Iglesiauniversal que los hombres, desde la caída, nacen impíos; y también está incluido enla fe de todas las IgIesias Cristianas, que en la regeneración los hombres sonhechos santos, no por su propia acción, sino por el acto de Dios. En otras palabras,

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