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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VIII – ELPECADO 5834. La teoria, si es cierta, no nos da ningún alivio. Unos pecados de los que nadasabemos; que fueron cometidos por nosotros antes de nacer; que no pueden sertraídos a la conciencia como nuestros propios pecados, nunca pueden constituir unabase justa de castigo, lo mismo que las acciones de un idiota. Pero es innecesarioseguir esta cuestión más allá, por cuanto las objeciones en contra de la teoriarealista, en la mayoria de los casos, tienen el mismo peso en contra de la teoria dela preexistencia.§ 12. Teoría Realista.Los que rechazan la insostenible teoria de la preexistencia y sin embargomantienen el principio de que sólo se puede asignar culpa a lo que se debe anuesstra acción se ven empujados a presuponer que Adán y su raza son uno en elsentido que su acto de desobediencia fue literalmente el acto de toda la humanidad.Y en consecuencia son tan verdaderamente culpables en un sentido personal,debido a ello, como lo era el mismo Adán; y que la corrupción inherente fluyendode aquel acto nos pertenece en el mismo sentido y de la misma manera que lepertenecía a él. Su pecado, se dice entonces, «es nuestro no porque nos seaimputado, sino que se nos imputa porque es verdadera y propiamente nuestro».Tenemos que contender constantemente con la ambigüedad de los términos, Hayun sentido en que la Interior proposición es perfectamente verdadera, y hay unsentido en el que no lo es. Es cierto que la justicia de Cristo nos es imputadaporque es nuestra en base de los términos del pacto de la gracia; porque fue obradapara nosotros por nuestro gran cabeza y representante, que obedeció y sufrió ennuestro lugar. Pero no es cierto que sea nuestra en el sentido de que fuéramos losagentes por medio de quienes tal justicia fuera llevada a cabo, o las personas enquien es inherente. De manera semejante, del pecado de Adán se puede decir quenos es imputado por cuanto es nuestro, por cuanto es el pecado de la cabezadivinamente constituida y representante de nuestra raza. Pero no es nuestro en elmismo sentido en que era de él. No fue nuestro acto, esto es, un acto en el quenuestra razón, voluntad y conciencia fueran ejercitados. Hay un sentido en el que elacto de un agente es el acto del principal. Le vincula legalmente, de una manera taneficaz como le fuera posible vincularse. Pero él no es, por ello mismo, el agenteeficiente del acto. El sentido en el que muchos afirman que el acto de Adán fuenuestro acto es que la misma naturaleza o sustancia numérica, la misma razón yvoluntad que existieron y que actuaron en Adán, nos pertenecen; de manera quefuimos verdadera y propiamente los agentes de su acto de apostasía.La Teoría de la Identidad, del Rector Edwards.La suposición que el Rector Edwards se lanza a disputar es «Que Adán y

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