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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO III - TEORÍAS ANTITEÍSTAS 213razónn, bien por la otra el testimonio de su naturaleza moral,. toda la experienciamuestra que abandonará los sentidos y la razón, y se inclinará ante la autoridad dela conciencia. No puede evitarlo. Nadie puede liberarse del sentido del pecado, ode la responsabilidad. Estas convicciones morales involucran en sí mismas, o almenos demandan, la creencia en un Dios ante quien tenemos que rendir cuentas.Poner una mera «fuerza inescrutable» en lugar de un Dios inteligente,extramundano y personaI es una burla y un insulto. Toda nuestra naturaleza moraly religiosa declara que toda teoría así es falsa. No puede ser cierta a no ser que todanuestra naturaleza sea una mentira. Y nuestra naturaleza no puede ser una mentiraa no ser que, como dice Sir William Hamilton, todo el universo sea «un sueño deun sueño». Llamar a los hombres a adorar la gravedad y a cantar aleluyas altorbellino es lIamarlos a la irracionalidad. Este intento es tan ocioso comoinsensato y perverso.Este argumento en base de los hechos de la consciencia contra el Materialismoes confrontado con el aserto de que no se puede confiar en la consciencia. El doctorMaudsley dedica la mayor parte del primer capítulo de su libra sobre «la fisiologíade la mente» a establecer este punto. Arguye él que la consciencia propia no esfiable en la información que da, e incompetente para dar ninguna comunicación deuna gran parte de nuestra actividad mental. No da cuenta de Ios fenómenosmentales del bebé, del adulto sin cultura, ni de Ios enajenados mentales; no dacuenta de las condiciones corporales que subyacen a toda manifcstación mental;nada comunica acerca del gran campo de la acción mental inconsciente que secxhibe no sólo en la inconsciente asimilación de impresiones, sino también en elregistro de ideas y de sus asociaciones, en su existencia latente e influencia cuandono están en actividad, y su reclamo a la actividad; y nada comunica de la influenciaejercida orgánicamente sobre eI cerebro por otras partes del cuerpo. Esto es, laconsciencia no nos dice todas las cosas, y a veces nos las dice erróneamente. ¿Nose puede decir lo mismo de los sentidos? ¿Acaso nos pueden informar de todo loque sucede en el cuerpo? ¿No nos engañan a menudo? ¿No son totalmenteinfiables las sensaciones de los delirantes y de los maníacos? ¿Sigue de ello quejamás debemos confiar en nuestros sentidos? ¿Qué pasa entonces con las cienciasfísicas, que están basadas en la fiabilidad de los sentidos? El hecho es que si eltestimonio de la consciencia no debe ser recibido por lo que a nuestras operacionesmentales respecta, no puede ser recibido en cuanto a nuestras sensaciones. Si notenemos evidencia fidedigna de la existencia de la mente, no tenemos evidenciaválida de la existencia de la materia; y no hay universo, ni Dios. Todo es nada.Felizmente, los hombres no pueden emanciparse de las leyes de su

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