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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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304 PARTE I - TEOLOGÍA PROPIAcomo se registra en las Escrituras y en la historia de la Iglesia. En muchos casos loscriminales, bajo la presión de estos sentimientos, se han entregado a losfuncionarios de la Justicia para ser castigados. Más frecuentemente recurren atormentos autoinfligidos para satisfacer los clamores de la conciencia.. Por ello,tenemos una revelación interior, que no puede ser ni suprimida ni pervertida, deque la justicia no es benevolencia.3: Es evidente que este sentimiento de justicia no se debe a la cultura cristiana,ni a la influencia de unas peculiares formas de doctrina, sino que pertenece a lacomun consciencia de los hombres. (a) Porque está impreso en todas las lenguashumanas conocidas hasta allí donde se conoce o se cultiva. Todos los lenguajestienen diferentes palabras para justicia y benevolencia. No podría haber estadiferencia de palabras si los sentimientos mismos no fueran diferentes. Todossabemos que cuando decimos que un hombre es justo, significamos una cosa; y quecuando decimos que es benevolente, significamos otra diferente. (b) Toda lahistoria, en su registro de las operaciones de la naturaleza humana, revela estesentimiento innato de la Justicia. En todas partes oímos a los hombres pidiendo elcastigo de los delincuentes, o denunciando a los que permiten que escapenimpunes. Ninguna masa de hombres podrá ser testigo de un acto flagrante decrueldad o de maldad sin una irrepensible manifestación de indignación. La voz dela naturaleza, que en tales casos es la voz de Dios, demanda el castigo delmalhechor. (c) En todas las religiones que revelan las convicciones internas de loshombres hay ritos de expiación. Cada sacrificio por el pecado el humo de cadaaltar, que ha ido subiendo por todas las edades y desde todas partes del mundo, sonotros tantos testimonios de la verdad de la razón y de la Escntura de que en Diosexiste el atributo de la justicia, en distinción a su benevolencia.4. La verdad de esta doctrina se puede inferir también de la santidad de Dios. SiÉl es infinitamente puro, su naturaleza tiene que estar opuesta a todo pecado; y porcuanto sus actos están determinados por su naturaleza, su desaprobación delpecado debe manifestarse por sus acciones. Pero el desagrado de Dios, lamanifestación de su desaprobación, es la muerte, como su favor es Vida. No puedeser que esta oposición esencial entre santidad y pecado dependa para sumanifestación de la mera consideración ab extra [externa] o que se derivaría mal sise dejara impune el pecado. Igual se podría decir que no deberíamos sentir aversiónal dolor, a no ser que estuvieramos conscientes de que debilita nuestra constitución.No aprobamos la santidad simplemente porque tienda a producir felicidad; nidesaprobamos el pecado simplemente porque tienda a producir miseria. Por ello, esinevitable que la perfección del Dios infinitamente santo manifieste su oposición alpecado, sin esperar a juzgar las consecuencias de la expresión de esta repugnanciadivina.

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