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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO XII – MILAGROS 439dañado. Pero por cuanto lo vieron repetidamente durante cuarenta días,conversando con Él, comiendo con Él, y habiéndolo tocado, está fuera de quesstiónque pudieran estar equivocados. (4) Los testigos mismos deben ser hombressobrios e inteligentes: (5) Deben ser hombres buenos. El testimonio de otroshombres, bajo estas condiciones, puede ser tan convincente como el de nuestrospropios sentidos. Y puede quedar confirmado de tal manera por evidenciacolateral, natural y sobrenatural, por la naturaleza de los efectos producidos, y porseñales y prodigios y dones del Espíritu Santo, como para hacer que la incredulidadsea un milagro de insensatez y de maldad.La falacia del argumento de Hume ha sido frecuentemente señalada. En primerlugar, descansa sobre la falsa presuposición de que la confianza en el testimoniohumano está basada en la experiencia, mientras que está basada en una ley denuestra naturaleza. No podemos evitar confiar en hombres buenos. Sabemos que elengaño es inconsistente con la bondad; y por ello sabemos y nos vemos forzados acreer, que unos hombres buenos no engañarán de manera intencionada; y por ello,por una ley de nuestra naturaleza nos vemos forzados a recibir su testimonio encuanto a los hechos en la esfera del conocimiento personal de ellos. La experiencia,en lugar de ser la base de la creencia en el testimonio, corrige nuestra credulidadenseñándonos las condiciones únicas bajo las que podemos confiar en el testimoniohumano. En segundo lugar, Hume da por sentado que hay una violentaimprobabilidad antecedente contra el acaecimiento de un milagro, que sólo unacantidad «milagrosa» de evidencia podría contrapesar. Desde luego, no es sóloincreíble, sino inconcebible, que se obrara un milagro sin una razón adecuada. Perose puede esperar de manera confiada que Dios, en grandes ocasiones y para losmás altos fines, intervenga con el ejercicio inmediato de su poder en el curso de losacontecimientos. Aceptado el teismo, desaparece la dificultad acerca de losmilagros, pero por teísmo no se significa la mera admisión de que algo sea Dios,bien la naturaleza, bien la fuerza, el movimiento o el orden moral: sino la doctrinade un Ser extramundano personal, el Creador y Gobernador de todas las cosas, queobra según su propia voluntad en la hueste de los cielos y entre los moradores de latierra; un Dios que no está limitado por influencias ni leyes cósmicas.En tercer lugar, el argumento de Hume da por sentado que nuestra fe en losmilagros descansa exclusivamente en el testimonio humano. No es así. Losmilagros registrados en la Escritura son una parte competente del gran sistema deverdad en ella revelado. El todo se mantiene o cae junto. Por ello, nuestra fe en losmilagros queda sustentada por toda la evidencia que autentica el evangelio deCristo. Y esta evidencia no puede ser ni siquiera tocada por un balance deprobabilidades.

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