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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO V - NATURALEZA Y ATRIBUTOS DE DIOS 303ser en otros el efecto colateral de la inflicción del castigo. Con anterioridad a talreflexión, e independiente de la misma, se da la percepción intuitiva de que elpecado deberia ser castigado, por él mismo, o a causa de su inherente merecido.Estos juicios morales instintivos son tan claros y unas revelaciones tan fiables de lanaturaleza de Dios como podamos tener. Fuerzan la convicción a pesar de todos lossofismas especulativos. Toda persona conoce el justo juicio de Dios, que los quepecan son dignos de muerte. Si la justicia la benevolencia son cosas distintas ennosotros, son cosas distintas en Dios. Si nosotros, en obediencia a la naturaleza queÉl nos ha dado, percibimos o juzgamos de manera intuitiva que el pecado debieraser castigado por él mismo, con indiferencia del buen efecto que pueda tener elpecado en otros, así también es el juicio de Dios. Éste es el principio que subyace ay determina todas nuestras ideas del Ser Supremo. Si la perfección moral no es enÉl lo que es en nosotros, entonces Él es para nosotros un algo desconocido, yempleamos palabras carentes de significado cuando hablamos de Él como santo,justo y bueno.2. Este sentido de justicia, que es indestructible en la naturaleza del hombre, yque, en común con la razón y la consciencia, ha sobrevivido a la Caída, no sólo serevela en la experiencia ordinaria de los hombres, sino aún de manera más concretaen su consciencia religiosa. Lo que se conoce comunmente como «convicción depecado» es sólo una modificación y una forma más alta de aquellas experienciasinteriores comunes a todos los hombres. Todos los hombres saben que sonpecadores. Todos saben que el pecado, en relación con la justicia de Dios, es culpa,mereciendo castigo; y que, en relación con su santidad, nos deja contaminados yrepulsivos delante de Él. Saben también, intuitivamente, que Dios es justo ademásde santo; y por ello que su perfección moral demanda el castigo del pecado, poraquella misma necesidad por la cual lo desaprueba y aborrece. Bajo la presión deestas convicciones, y con la consciencia de su total incapacidad bien para satisfacerla justicia divina, bien para liberarse de la contaminación y del poder del pecado,los hombres o bien tiemblan en la constante espera del juicio, o bien miran fuera deellos mismos en busca de ayuda. Cuando: bien bajo las operaciones ordinarias obajo la operación salvadora del Espíritu de Dios se ahondan estos sentimientos,entonces la naturaleza de los mismos queda más claramente revelada. Un hombre,cuando así queda conviencido de pecado, ve no sólo que seria justo que fueracastigado, sino que la justicia, o excelencia moral de Dios, exige su castigo. No setrata de que deberia sufrir por el bien de otros, ni para sustentar el gobiemo moralde Dios, sino que él, como pecador y por sus pecados, debería sufrir. Si él fuera laúnica criatura en el universo, esta convicción seria idéntica, tanto en naturalezacomo en grado. Ésta es la experiencia de los hombres bajo convicción de pecado,tal

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