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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VIII - EL PECADO 625sentimientos siguen al entendimiento; que la iluminación de la mente en la debidaaprehensión de los objetos espirituales es la necesaria condición preliminar de todosentimiento recto y conducta asimismo recta. Tenemos que conocer a Dios a fin deamarlo. Esto lo declara el Apóstol de manera cxpresa en 1 Co 2:14. Allí dice él (1)Que el hombre natural o irregenerado no recibe las cosas del Espíritu. (2) Sedeclara que la razón por la que no las recibe es que se disciernen espiritualmente.La razón o causa de la incredulidad es la ignorancia, la ausencia de discernimientode la hermosura, excelencia y propiedad de las cosas del Espíritu (esto es, de lasverdades que el Espíritu ha revelado). Así, por ejemplo, en Ef 4:18, donde dice quelos gentiles (los inconversos) están «excluidos de la vida de Dios por la ignoranciaque hay en ellos». Por esta razón él ora tan frecuentemente por la iluminación desus lectores; y también la súplica del Salmista para que sus ojos fueran abiertos. Deahí también que la verdadera conversión tenga lugar mediante una revelación.Pablo fue cambiado instantáneamente de perseguidor a adorador de Cristo, cuandoa Dios le plugo revelar a Su Hijo en él. Aquellos que perecen perecen porque eldios de este mundo cegó sus ojos de manera que no llegan a ver la gloria de Diosen la faz de Jesucristo. Es en conformidad a este principio que es esencial elconocimiento para la santidad, que se dice que la verdadera religión y la vidaeterna consisten en el conocimiento de Dios (Jn 17:3), y que de los hombres se diceque son salvados y santificados por la verdad. Así, es la clara doctrina de la Bibliaque la incapacidad de los hombres no consiste en la mera ausencia de inclinación uoposición de sentimientos a las cosas de Dios, sino que esta ausencia de inclinacióno exclusión, como la llama el Apóstol, surge de la ceguera de sus mentes. Sinembargo, no debemos ir al extremo opuesto, y adaptar lo que ha sido llamado «elsistema de la luz», que enseña que los hombres son regenerados por la luz o por elconocimiento, y que todo lo que se necesita es que sean abiertos los ojos delentendimiento. Como es toda el alma la que está sujeta al pecado original, toda elalma es sujeto de la regeneración. Un ciego no puede regocijarse en las bellezas dela naturaleza o del arte hasta que la vista le sea restaurada. Pero, si no es cultivada,la mera restauración de la vista no le dará la percepción de la belleza. Toda sunaturaleza tiene que ser elevada y cultivada. De la misma manera es toda lanaturaleza del hombre apóstata la que tiene que ser renovada por el Espíritu Santo;entonces, con sus ojos abiertos a la gloria de Dios en Cristo, se regocijará en Él conun gozo inefable y lleno de gloria. Pero la iluminación de la mente esindispensabIe para sentimientos santos, y es la causa inmediata de los mismos.Siendo ésta la doctrina de la Biblia, sigue de ello que la incapacidad del pecador noconsiste meramente en una ausencia de inclinación a la santidad.

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