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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VIII - EL PECADO 623Dios, y no de cualquier otra cosa prevista en el hombre, el cual es en estoenteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santoes capacitado para así responder a este llamamiento, y para recibir la graciaofrecida y transmitida en él». 37La naturaleza de la incapacidad del pecador.Es evidente en base de Ias declaraciones autorizadas de esta doctrina, tal comose da en los libros simbólicos de las iglesias Luterana y Reformada, que laincapacidad bajo la que se afirma que labora el hombre, desde la caída, no surge:La incapacidad no surge de la pérdida de ninguna facultad del alma.1. De la pérdida de ninguna facultad de su mente o de ningún atributo original yesencial de su naturaleza. Retiene su razón, voluntad y conciencia. Tiene el poderintelectual de cognición, la capacidad de autodeterminación y la facultad dediscernir entre el bien y el mal morales. Su conciencia, como dice el Apóstol,aprueba o desaprueba sus actos morales.Ni de la pérdida de libre albedrío.2. La doctrina de la incapacidad del hombre, así, no supone que el hombre hayadejado de ser un agente moral libre. Es libre por cuanto determina sus propiasacciones. Cada volición es un acto de libre autodeterminación. Es un agente moralpor cuanto tiene la consciencia de obligación moral, y siempre que peca actúa encontra de las convicciones de la conciencia o de los preceptos de la ley moral. Queel hombre esté en tal estado que prefiera y escoja uniformemente el mal en lugardel bien, como sucede con los ángeles caídos, no es más inconsecuente con su librealbedrio que el que esté en tal estado que prefiera y escoja el bien con la mismauniformidad que los santos ángeles.La incapacidad no es una mera ausencia de inclinación. .3. La incapacidad de los pecadores, según la anterior exposición de la doctrina,no es una mera ausencia de inclinación a lo bueno. Existe esta ausencia deinclinación, pero no es la realidad final. Tiene que haber alguna causa o razón paraella. Como Dios y Cristo son infinitamente maravillosos, el hecho de que lospecadores no los amen no se puede explicar diciendo que no están inclinados adeleitarse en la infinita excelencia. Esto sólo seria decir lo mismo con distintaspalabras. Si alguien no percibe la belleza de una obra de arte, o de una producciónliteraria, no se explica el hecho diciendo que la37. Ibid., capo X, art. II.

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