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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VII - LA DIVINIDAD DE CRISTO 345que Jehová era Señor para los hebreos. El uso mencionado aquí es totalmentepeculiar. Ningún hombre: ni Moisés, ni Abraham, ni David, ni ninguno de losprofetas o Apóstoles, es jamás invocado ni mencionado como Señor de estamanera tan prevalente. Tenemos un solo Señor; y Jesucristo es Señor. Éste es unargumento que se refiere a la experiencia interior, más que al mero entendimiento.Cada creyente sabe en qué sentido llama a Jesús Señor; y sabe que al reconocerleasí como su propietario, como su soberano absoluto, a quien le debe no meramentela adhesión de su vida externa, sino la de su alma; y como su protector y Salvador,está en comunión con los Apóstoles y mártires. Sabe que es por el NuevoTestamento que ha recibido la enseñanza de adorar a Cristo llamándolo Señor.Pero, en segundo lugar, Jesucristo no es sólo así llamado Señor por vía deeminencia, sino que es declarado ser Señor de señores; el Señor de la gloria; elSeñor de todos; Señor de los vivos y de los muertos; el Señor de los que están en elcielo y en la tierra y debajo de la tierra. Todas las criaturas, desde las más altashasta las más bajas, tienen que inclinar la rodilla a Él, y reconocer su dominioabsoluto. Él es Señor en tal sentido que nadie puede verdaderamente llamarleSeñor, sino por el Espíritu Santo. Si su Señorío fuera meramente la supremacia queuna criatura puede ejercitar sobre otras criaturas, no habría necesidad deiluminación divina para capacitamos para reconocer su autoridad. Pero si Él esSeñor en el sentido absoluto en el que sólo Dios es Señor; si Él tiene un derechosobre nosotros y una autoridad sobre nosotros que sólo le pertenecen a nuestroHacedor y Redentor, entonces es necesario que el Espíritu Santo nos revele de talmanera la gloria de Dios en la faz de Jesucristo como para que nos lleve apostrarnos delante de Él como nuestro Señor y Dios.En tercer lugar, Cristo es llamado Señor cuando esta palabra se emplea en lugarde los nombres y títulos incomunicables de Jehová y Adonai. Es cosa bien sabidaque los judíos, desde un período temprano, tenían una reverencia supersticiosa, queles impedía pronunciar la palabra Jehová. Por esto ellos, en sus Escrituras hebreas,le dieron a esta palabra los puntos vocálicos correspondientes a la palabra Adonai,pronunciándola así siempre que leen el sagrado volumen. Cuando tradujeron susEscrituras al griego, sustituyeron uniformemente Jehová por kurios,, que secorresponde con Adon. Y de la misma manera, bajo la influencia de la LXX, loscristianos latinos emplearon Dominus en su versión; y constreñidos por esta mismaextendida y duradera costumbre, los traductores ingleses han sólido, en general,usar el término Lord [Señor] en mayúsculas pequeñas allí donde en hebreo seemplea Jehová. En muchísimos casos encontramos pasajes aplicados a Cristo comoel Mesías en los que se le llama Señor, cuando Señor debería ser Jehová o Adonai.En Lucas I :76 se dice de Juan el Bautista, el precursor de Cristo, que

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