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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VIII - EL PECADO 565impío), y legalmente justo. Si no fuera asi, ningún pecador podría ser salvo. No hayun solo creyente en la tierra que no se sienta y reconozca personalmente injusto,culpable, merecedor de la ira y maldición de Dios. No obstante, se regocija en lacertidumbre de que la infinitamente meritoria justicia de Cristo, su plena expiaciónpor el pecado, le constituye legalmente, no moralmente, justo para la justiciadivina. Así, cuando Dios declara a los injustos como justos, no los declara lo queno son o Simplemente declara que la deuda de ellos a la justicia ha sido pagada porotro. Y cuando se dice que el pecado de Adán es imputado a su posteridad, no sesignifica que ellos hubieran cometido este pecado, o que fueran los agentes de suacto, ni se significa que sean moralmente criminales por la transgresión de él; quesea para ellos la razón de remordimiento y de auto-inculpación; se significasimplemente que en virtud de la unión entre él y sus descendientes, su pecado es labase judicial de la condenación de su raza, precisamente como la justicia de Cristoes la base judicial de la justificación de su pueblo. Hasta aqui el enunciado de estacuestión.No es menos una doctrina de la Escritura que un hecho de la experiencia elhecho de que la humanidad es una raza caída. Los hombres son pecaminososuniversalmente, bajo todas las circunstancias de su ser en este mundo, y estánexpuestos a innumerables males. Muchos de estos, y ello en muchos casos, y losmás chocantes, caen sobre los hijos de los hombres en la tierna infancia, antes decualquier posible transgresión propia. Es un hecho que no se puede negar; y poresta causa la mente humana se ha torturado para encontrar una solución. Lasolución escritural de este terrible problema es que Dios constituyó a nuestroprimer padre como cabeza federal y representante de su raza, y lo puso a prueba nosólo por si mismo sino también por toda su posteridad. Si él hubiera retenido suintegridad, él y todos sus descendientes habrían sido confirmados para siempre enun estado de santidad y dicha. Al caer del estado en que fue creado, ellos cayeroncon él en su primera transgresión, de manera que la pena por este pecado vinosobre ellos asi como sobre él. Asi, los hombres tuvieron su prueba en Adán. Porcuanto él pecó, su posteridad viene al mundo en un estado de pecado y decondenación. Son por naturaleza hijos de ira. Los males que sufren no sonimposiciones arbitrarias, ni simplemente las consecuencias naturales de suapostasia, sino inflicciones judiciales. La pérdida de la rectitud original, y lamuerte espiritual y temporal bajo la que comienzan su existencia, son la pena porel primer pecado de Adán. No decimos que esta solución del problema de lapecaminosidad y miseria del hombre carezca de dificultades; porque los caminosde Dios son inescrutables. Pero se puede afirmar con confianza, primero, que éstaes la solución escrituraria al problema; y segundo, que es mucho más satisfactoriapara la razón y la conciencia que ninguna otra

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