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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO VI - LA REGLA PROTESTANTE DE LA FE 143más frecuentemente repetidas a los padres bajo la antigua dispensación, queenseñaran la Ley a sus hijos, para que ellos a su vez la enseñaran a los suyos. Los«sagrados oráculos» fueron encomendados al pueblo, para ser enseñados al pueblo;era enseñados de manera inmediata de las Escrituras, para que la verdad fueraretenida en su pureza. Así nuestro Señor ordenó al pueblo que escudriñara lasEscrituras, diciendo: «Ellos son las que dan testimonio de mí» (Jn 5:39). Con ellodaba por supuesto que ellos podrían comprender lo que decía el AntiguoTestamento acerca del Mesías, aunque sus enseñanzas hubieran sido mal comprendidas por los escribas y ancianos, y por todo el Sanedrín. Pablo se regocijabade que Timoteo hubiera conocido desde su niñez las Sagradas Escrituras, quepodían hacerle sabia para salvación. A los gálatas les dijo (1:8,9): «Mas si aúnnosotros, o un ángel deI cielo, os anuncia otro evangelio diferente del que oshemos anunciado, sea anatema». Esta implica dos cosas: (1.) Que los cristianos deGalacia, el pueblo, tenían derecho a juzgar la enseñanza de un Apóstol o de unángel del cielo; y segundo, que tenían una regla infalible por media de la cual sedebía decidir en juicio, esto es, una anterior rcvelación autenticada de Dios.Entonces, si la Biblia reconoce el derecho del pueblo a juzgar la enseñanza de losApóstoles y de los ángeles, no se le debe negar el de juzgar las doctrinas de losobispos y de los sacerdotes. El principio aquí establecido por el Apóstol esprecisamente el que había dado Moisés mucho tiempo antes (Dt 13: 1- 3), que diceque si surgiera un profeta, aunque obrara maravillas, no debían creerle niobedecerle, si les enseñaba algo contrario a la Palabra de Dios. ... Si permitían queestos falsos maestros, revestidos de vestiduras sagradas y rodeados de las insigniasde la autoridad, los descarriaran de la verdad, perecerían inevitablemente. ...§6. Normas de InterpretaciónSi todo hombre tiene derecho y obligación de leer las Escrituras, y de juzgarpor sí mismo qué es lo que enseñan, necesita de ciertas reglas para conducirle en elejercicio de este privilegio y deber. Estas reglas no son arbitrarias. No estánimpuestas por ninguna autoridad humana. No tienen fuerza vinculante que no surjade su propia verdad y propiedad intrínsecas. Son pocas y simples.1. Las palabras de la Escritura deben ser tomadas en su sentido histórico llano.Esta es, deben tomarse en el sentido que se les daba en la era y por la gente a la quese dirigen. Esta supone simplemente que los escritores sagrados eran honrados, yque querían hacerse entender.2. Si las Escrituras son lo que afirman ser, la palabra de Dios, son la obra deuna mente, y de una mente divina. De esto sigue que la Escritura no puedecontradecir a la Escritura. Dios no puede enseñar algo en un lugar que sea

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