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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO IV - EL CONOCIMIENTO DE DIOS 263manera, pero que no sólo no estamos autorizados a creer que nuestra idea secorresponda con la realidad, sino que, dicen ellos, es cosa cierta que Dios no es loque pensamos que es. Así como el común de la gente están en lo cierto en loprimero, también están en lo cierto en lo segundo. En otras palabras, Von dengöttlichen Dingen», nuestra convicción de que Dios es lo que Él ha revelado serreposa sobre la misma base que nuestra convicción de que el mumdo externo es loque pensamos que es. Este fundamento es la veracidad de la consciencia, o lafiabilidad de las leyes de la creencia que Dios ha imprimido sobre nuestranaturaleza. ...Nuestra naturaleza moral demanda esta idea de Dios.2. Ya se ha puesto en evidencia, al hablar del argumento moral de la existenciade Dios, que todos los hombres son conscientes de su responsabilidad ante un sersuperior a ellos mismos, que sabe lo que son y lo que hacen, y que tiene lavoluntad y el propósito de recompensar o de castigar a los hombres según susobras. Por ello, el Dios qu nos es revelado en nuestra naturaleza es un Dios queconoce, que quiere y que actúa; que premia y castiga. Esto es, Él es una persona;un agente inteligente, voluntario, dotado de atributos morales. Esta revelación deDios tiene que ser verdadera. Tiene que darnos a conocer lo que Dios esverdaderamente, o nuestra naturaleza es una mentira. Todo esto lo admite Mansel,aunque sostiene que Dios no puede ser conocido. Admite él que la sensación dedependencia de un poder superior es «una realidad de la consciencia interna»; queeste poder superior «no es una fatalidad inexorable ni una ley inmutable, sino unSer que tiene al menos los atributos de la personalidad hasta el punto de podermostrar favor o severidad hacia los que de El dependen, y que puede sercontemplado por ellos con los sentimientos de esperanza, de temor, de reverencia,y de gratitud». 2 Pero nadie tiene ni puede tener gratitud al sol, ni a la atmósfera, nia ninguna fuerza ininteligente. La gratitud es el tributo de una persona a otra.Nuevamente, este mismo autor admite que «la razón moral, o la voluntad, o laconciencia del hombre, sea como sea que lo llamemos, no puede tener autoridadalguna excepto la implantada en él por algún Ser espiritual superior, como una leyemanando de un legislador». «Nos vemos así obligados», dice él, «por laconsciencia de la obligación moral, a dar por supuesta la existencia de una Deidadmoral [y por, eIlo naturalmente moral], y a considerar la norma absoluta de bien ymal como constituida por la naturaleza de aquella Deidad». 4 Nuestro2. Limits of Religious Thought, etc., pág. 120.3. Ibid., pág. 121.4. Ibid., pág. 122.

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