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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO IV - EL CONOC/MIENTO DE DIOS 269Qué se significa por conocimiento.El conocimiento es la percepción de la verdadt. Sea lo que sea que la mentepercibe como verdadero, sea intuitiva o discursivamente, esto lo conoce, Tenemosun conocimiento inmediato de todos los hechos de la consciencia; y con respecto aotras cuestiones, algunas los podemos demontrar, algunas Ias podemos probar poranalogia, y algunas las tenemos que admitir o involucramos en contradicciones yabsurdos. Sea cual sea el proceso que la mente instituya, si llega a una clarapercepción de que una cosa es, entonces aquella cosa es un objeto delconocimiento. Es asi que conocemos los objetos de que están repletos el cielo y latierra. Es asi que conocemos a nuestros semejantes. Con respecto a todo lo que estéfuera de nosotros, cuando nuestras ideas, o convicciones con respecto a ello, secorresponden con aquello que la cosa es, la conocemos. ¿Cómo sabemos quenuestro amigo más entrañable tiene alma, y que esta alma tiene inteligencia,excelencia moral y poder? No podemos ver ni sentir nada de esto. No podemoshacemos una imagen mental de ello. Es misterioso e incomprensible. Pero sabemosque es, y lo que es, con la misma certidumbre con que sabemos que nosotros ,somos, y lo que somos. De la misma manera, sabemos que Dios es, y lo que Él es.Sabemos que Él es un espiritu, que tiene inteligencia, excelencia moral y poderhasta un grado infinito. Sabemos que Él puede amar, compadecerse y perdonar;que Él puede oir la oración y responder a ella. Conocemos a Dios en el mismosentido y con la misma certidumbre con que conocemos a nuestro padre y madre.Y nadie puede quitar este conocimiento de nosotros, ni persuadirnos de que no esconocimiento, sino una mera creencia irracional.Dios no ha constituido nuestra naturaleza para hacerla necesariamenteengañosa. Los sentidos, la razón y la conciencia, dentro de sus apropiadas esferas,y en su ejercicio normal, son guias dignos de confianza. Nos enseñan verdadesreales, no meramente aparentes o reguladoras. Sus esferas combinadas comprendentodas las relaciones que mantenemos nosotros, como criaturas racionales, con elmundo externo, con nuestros semejantes, Y con Dios. Si no fuera por elperturbador elemento del pecado, no es de pensar que el hombre, en plenacomunión con su Hacedor, habria tenido necesidad de ninguna otra guia. Pero elhombre no está en su estado normal. Al apostatar de Dios, el hombre cayó en unestado de tinieblas y la confusión. La razón y la conciencia ya no son guiasadecuados en cuanto a «las cosas de Dios». Dice el apóstol, con respecto a loshombres caídos. «Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios», nole dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su neciocorazón

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