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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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226 PARTE I- TEOLOGÍA PROPIAque no queda otra alternativa que la de proclamar nuestro desacuerdo, o que seentienda con nuestro silencio que aceptamos tal doctrina como propia. Cuando sepresenta la alternativa de este modo, me siento obligado a hablar, y a declarar miconvicción de que como físicos no tenemos nada que ver en cuanto a la filosofíamental; y que al tratar de reducir los fenómenos de la mente bajo las leyes de lamateria, nos alejamos de nuestra medida, no establecemos nada con certidumbre.atraem os el ridículo sobre el nombre de la ciencia positiva, y sólo alcanzamos unresultado innegable, el de hacer tambalear en las mentes de multitudes unasconvicciones que constituyen la base de su principal felicidad». 464. Los físicos no pueden seguir su propia teoría. Incluso los menos susceptiblesa la fuerza de lo supersensible se ven llevados a admitir que hay más en la acciónmental y vital que lo que puede ser explicado por la ciega fuerza física. El doctorCarpenter, como ya hemos visto, acepta la presencia de «una agencia directiva»;los alemanes, un «principio arquitectónico» desconocido y no correlacionado, en lamateria viviente, para dar cuenta de hechos innegables para los que Ia fuerza físicano ofrece solución alguna. Otros, cuya naturaleza espiritual no está tan totalmentesometida a lo sensible, se desmoronan del todo. Asi, el Profesor Barker, delColegio Yale, después de dedicar toda su conferencia a demostrar que la fuerzavital e incluso el pensamiento «están correlacionados con otras fuerzas naturales»(esto es, tienen identidad con ellas), llega aI fin a preguntar: «¿Y es sólo esto? ¿Nohay detrás de esta sustancia material un poder más elevado que el molecular en lospensamientos inrnortalizados en la poesia de un Milton o de un Shakespeare, en lascreaciones artisticas de un Miguel Angelo de un Ticiano, en las armonias de unMozart o de un Beethoven? ¿No hay realmente una porción inmortal separable deeste tejido cerebral, aunque misteriosamente unida al mismo? En una palabra, noencierra este cuerpo tan minuciosamente elaborado un alma dada por Dios, y que aDios vuelve? Aquí la ciencia vela su rostro, y se postra en reverencia ante elOmnipotente. Hemos pasado los límites en los que está encerrada la ciencia física.Ningún crisol, ninguna sutil aguja magnética, podrán darnos la respuesta ahora anuestras preguntas. Ninguna palabra más que la de Aquel que nos formó podráromper el terrible silencio. En presencia de tal revelación la ciencia está muda, y lafe entra gozosa para aceptar aquella verdad mayor que nunca puede ser objeto deuna demostración física». 4 Así se hace evidente después de todo que en el hombrehay un alma; que el alma no es el cuerpo, ni una función del mismo; que es elsujeto y agente46. Ibid, pág. 49.47. Barker, Lecture, págs. 26, 27.

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