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Teología Sistemática - Hodge - Cimiento Estable

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CAPÍTULO IX - LIBRE ALBEDRÍO 647manera absoluta de la misma dentro de los límites del mundo espiritual.» 2 LosEscotistas de la Edad Media, Molina, y los Jesuitas como grupo, y todos losopositores del Agustinianismo, definen la libertad como consistente enindiferencia, o en la independencia de la voluntad del anterior estado de la mente, yhacen que excluya tanto la certidumbre como la necesidad. (3) Por los argumentoscon los que tratan de sustentar su teoria, que se dirigen tan a menudo en contra dela certidumbre como en contra de la necesidad. (4) Por sus respuestas a losargumentos contrarios, y especialmente al que se deriva de la presciencia de Dios.Por cuanto el conocimiento anticipado de una acción presupone la certidumbre desu acaecimiento, si los actos libres son conocidos, tienen que ser ciertos. A esto losproponentes de la teoria bajo examen dan unas respuestas que demuestran que es ala certidumbre a lo que se enfrentan. Dicen que no tenemos derecho a argüir acercade esta cuestión en base de los atributos de Dios; se trata simplemente de unacuestión que tiene que ver con la consciencia; o bien dicen que la presciencia deDios puede estar limitada, de la misma manera que su poder está limitado por lasimposibilidades. Si es imposible conocer anticipadamente actos libres, los tales noson objetos de conocimiento, y, por tanto, no conocerlos anticipadamente noconstituye una limitación del conocimiento divino. Por estas y otrasconsideraciones queda patente que la teoria de la contingencia en todas sus formasse opone a la doctrina de la certidumbre, no menos que a la de la necesidad, en elsentido propio del término. Sin embargo, por ello no se significa que losproponentes de la contingencia sean coherentes en cuanto a este punto. Arguyendocontra la necesidad, frecuentemente no discriminan entre la necesidad física y lamoral. Clasifican a Hobbes, HartIey, Priestley, Belsham, Collins, Edwards y a losEnciclopedistas Franceses, y a todos los que emplean la palabra necesidad, bajo lamisma categoria; y sin embargo no pueden evitar admitir que en muchos casos losactos libres pueden ser ciertos. Con mucha frecuencia dicen que los argumentosparticulares demuestran certidumbre pero no necesidad, cuando precisamente elpunto debatido es la certidumbre, y es precisamente lo que ellos niegan. Esta esuna de las inevitables incongruencias de su error. Sin embargo, nadie, a pesar deestas admisiones, discutirá que la doctrina de la contingencia, tanto si se llamaindiferencia, capacidad autodeterminante de la voluntad, poder de la eleccióncontraria, o cualquier otro nombre, es de hecho, y tiene la intención de ser,contradictoria a la de la certidumbre.2. Elements of Psychology, pág. 357, Traducción de Henry, 4 edición, New York, 1856.

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